10 ene 2010

Desde Galicia.-

«¿Matrón o matrona? Alguno cree que soy doctor...»

entrevista | Alberto Aliaga | Matrón del hospital Xeral
Solo dos personas en el Xeral pueden llamarse matronas siendo hombres. Una de ellas es Alberto Aliaga, un joven barcelonés de 32 años que, cuando habla de su trabajo, lo hace en femenino y dice ser «una más». Dentro de poco probará en las carnes de su propio hijo cómo funcionan las matronas del Xeral. De momento, dice: «Hacemos una atención de calidad». Después de recorrer media España -estudió la carrera en Murcia, trabajó en varias comunidades- recaló en el hospital con más nacimientos de Galicia.
Pero ni el nombre de su profesión no está muy claro. El Diccionario de la Real Academia Española no recoge la palabra matrón, pese a que es la que emplean los propios profesionales. Solo hay entrada para matrona y la define como «mujer especialmente autorizada para asistir a las parturientas». «Yo siempre digo que soy matrón. Mi compañero Moncho dice que es matrona. Mucha gente me pregunta: 'Oye, ¿tú eres matrón o matrona?' Yo les digo que me llamen como quieran». O hasta lo confunden con un médico: «Vino a verme un doctor...».
El sexo masculino se incorporó tarde a esta especialidad de la enfermería. Lo hizo a partir de 1993 y todavía llama la atención ver a un hombre. De hecho, la plantilla de comadronas del Xeral es de 27 profesionales; los hombres son el 7%.
Y el sexo, dice, influye. «Al principio tuve que cambiar el chip», aunque el ambiente con sus compañeras le encanta y desde el principio se sintió muy bien acogido. Alberto había trabajado como enfermero de planta y en el 2006 dio el salto. Preparó la especialidad de matrón y se formó en Barcelona. Le había llamado la atención la posibilidad de especializarse, de saber mucho de algo. Es algo obligatorio para los médicos pero no para los enfermeros, aunque se están regulando las enfermedades para estos profesionales.
Su mujer es de Vigo y estuvieron un tiempo en cada ciudad hasta que se asentaron aquí. En Cataluña trabajó en los hospitales de Mataró y Granollers, mucho más pequeños que el Xeral. «Tenemos una gran carga de trabajo», dice, con guardias de doce horas. Siempre hay tres para obstetricia y otra para urgencias.
El trabajo de matrón poco tiene que ver con el de enfermero de planta. «Aquí trabajamos con vida y con salud, no con enfermedades». Y es quizás eso, la vida, lo que lo llevó a cambiar. «Me gusta la vidilla del parto», cuenta, «ver la cara del bebé, de la señora, del padre...».

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