25 ene 2010

Haití, desde Colombia.-

'Aún tenemos el olor a muerte de Haití', dicen rescatistas de la Defensa Civil  

http://www.eltiempo.com/mundo/latinoamerica/aun-tenemos-el-olor-a-muerte-de-haiti-dicen-rescatistas-de-la-defensa-civil_7028907-1

 
La vida de Mauricio García ha estado marcada por la guerra y las tragedias del país. 
Tenía solo 22 años cuando se puso a prueba en la toma del Palacio de Justicia y pocos días después viajó a Armero, a atender la avalancha que el 13 de noviembre de 1985 acabó con esa población. 
En sus 26 años de experiencia como socorrista voluntario de la Defensa Civil, sus manos han ayudado a colombianos que cayeron en los atentados de Pablo Escobar, en la bomba al DAS y en el avión de Avianca y han asistido a las víctimas del terremoto de Armenia y de la bomba del club El Nogal.
Ahora, Haití entra a su larga lista de emergencias difíciles. "Todo era destrucción. Ver a cientos de niños huérfanos llamando a sus mamás y a la gente como zombi por las calles, porque en medio de la tragedia se vuelve insensible de tener a sus hijos y a su familia muertos, tirados en el piso, y sin tener lágrimas en los ojos para hacerles un duelo", dice Mauricio, de 46 años, quien es instructor de bomberos en Texas (Estados Unidos).
Así como él, los otros 37 socorristas de la Defensa Civil que viajaron a Puerto Príncipe la semana pasada y que fueron reconocidos por hallar y rescatar en el hotel Montana a la dueña del mismo, aseguran que tienen impregnado el el olor a muerte y el recuerdo de las imágenes de la destrucción, de los cadáveres en las calles y el desespero de los haitianos por conseguir algo de comida. 
Pero pese a eso, coinciden en que habrían preferido continuar y no regresar con la frustración de no haber ayudado más.
"Mi gran frustración es no haber podido ayudar a un niño de unos cuatro años, que lloraba y corría detrás del camión de la ONU que nos llevaba al hotel Montana. Nos persiguió casi una cuadra y con su mano nos indicaba que fuéramos, porque quería que ayudáramos a su madre, una mujer con ocho meses de embarazo que estaba debajo de un arbusto, tendida en el separador de la vía, cubierta con una sábana blanca", relata Edison Ayala Vargas, un enfermero de 30 años.
Agrega que, antes de que el niño terminara su persecución, le preguntó a la persona encargada de seguridad de la ONU que si podían colaborar. "La respuesta fue no, porque si nos bajábamos en ese sector nos podían hacer algo por ser una zona peligrosa de Puerto Príncipe; lo más recomendable era esperar a que llegaran los médicos con escoltas de la ONU".
Pero también está el sentimiento de tranquilidad de haber entregado todos los conocimientos, sin ninguna retribución económica, para el rescate de haitianos.
Según cuentan los socorristas colombianos, a sectores como Seis Soles, donde vive la población más pobre, ningún grupo de ayuda había ingresado hasta la semana pasada por el bloqueo que generaron las edificaciones destruidas por el terremoto y por la inseguridad en las calles. 
Aunque uno de los reclamos de los hombres de la Defensa Civil también está en que la ONU se concentró en enviar hombres a sectores, de cierta forma, privilegiados.
Una semana después de regresar de Haití, los hombres de la Defensa Civil continúan al tanto de las labores de rescate a través de las noticias. Esta etapa se ha cerrado y ahora están listos para atender otra emergencia.



 

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