Un trabajo arduo, pero poco valorado
http://www.eldia.com.ar/edis/20100207/informaciongeneral3.htm
Belita Da Rosa, "Bety", tiene 54 años y treinta de servicio. Es jefa de enfermeras del servicio de Unidad Coronaria del Hospital General San Martín, luchó contra varias epidemias, y contra la última pandemia de Gripe H1N1, que sólo en su servicio afectó a siete enfermeras, aunque no hubo que lamentar víctimas.
http://www.eldia.com.ar/edis/20100207/informaciongeneral3.htm
Belita Da Rosa, "Bety", tiene 54 años y treinta de servicio. Es jefa de enfermeras del servicio de Unidad Coronaria del Hospital General San Martín, luchó contra varias epidemias, y contra la última pandemia de Gripe H1N1, que sólo en su servicio afectó a siete enfermeras, aunque no hubo que lamentar víctimas.
"La falta de enfermeros es terrible", suelta Bety, y se lleva las manos a la cabeza, como quien siente una pesada carga sobre su persona. "El problema es que cuando hay pocos enfermeros decae el cien por ciento la atención al paciente", agrega la jefa de enfermeras de ese establecimiento sanitario, que recibe pacientes de toda la Provincia.
Para que la atención hospitalaria sea óptima, las normas indican que debería haber al menos un enfermero por cama. Bety sonríe, con sorna. "Acá eso no pasa", asegura. Es que en su área hay sólo cuatro enfermeros para un total de 27 camas.
"Si querés que las cosas salgan bien, acá no tenés descanso; yo soy muy exigente", cuenta Bety. Y añade: "Los materiales están, pero hay que pelear para que estén, enviar cartas, hacer notas".
La falta de enfermeros afecta, especialmente, la calidad de la atención. "Sobre todo en lo que hace a la higiene y al confort del paciente" señala Bety. "A veces no se puede", confiesa.
Muchos enfermeros están becados, y cobran apenas 1400 pesos por mes. Por eso muchos recalan en el sector privado. "De 24 becarios que tuve en 2006, diez se fueron al sector privado", cuenta Bety.
Pero el problema de la falta de enfermeros es mundial. "Tengo una amiga en España, que también es enfermera, y me cuenta que allá la situación es igual que acá", afirma Bety.
Pero Bety no baja los brazos. "Mi placer es que el paciente se vaya bien de alta. No hay otro premio", expresa Bety. "El otro día se fue de alta un hombre que había estado durante tres meses con respirador artificial, luego de sufrir un infarto, fue emocionante... un milagro".
Para que la atención hospitalaria sea óptima, las normas indican que debería haber al menos un enfermero por cama. Bety sonríe, con sorna. "Acá eso no pasa", asegura. Es que en su área hay sólo cuatro enfermeros para un total de 27 camas.
"Si querés que las cosas salgan bien, acá no tenés descanso; yo soy muy exigente", cuenta Bety. Y añade: "Los materiales están, pero hay que pelear para que estén, enviar cartas, hacer notas".
La falta de enfermeros afecta, especialmente, la calidad de la atención. "Sobre todo en lo que hace a la higiene y al confort del paciente" señala Bety. "A veces no se puede", confiesa.
Muchos enfermeros están becados, y cobran apenas 1400 pesos por mes. Por eso muchos recalan en el sector privado. "De 24 becarios que tuve en 2006, diez se fueron al sector privado", cuenta Bety.
Pero el problema de la falta de enfermeros es mundial. "Tengo una amiga en España, que también es enfermera, y me cuenta que allá la situación es igual que acá", afirma Bety.
Pero Bety no baja los brazos. "Mi placer es que el paciente se vaya bien de alta. No hay otro premio", expresa Bety. "El otro día se fue de alta un hombre que había estado durante tres meses con respirador artificial, luego de sufrir un infarto, fue emocionante... un milagro".
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