10 sept 2011

Iguazú, Misiones, Argentina.-

Historia de una pionera
LA VOZ DE CATARATAS.com
María Ignacia Dellacroce, tiene 83 años, vive Iguazú desde 1943 año en que llegó con 15 de edad y se quedó para vivir, trabajar, y casarse. Crió seis hijos, ejerciendo y aprendiendo el oficio de la enfermería que desempeñó durante treinta años.
Iguazú (LVC). Doña Mary, como la conocen sus vecinos, es una de las enfermeras jubiladas del Hospital Samic. Es oriunda de Posadas y llegó a la ciudad  a los quince años de edad, buscando a su mamá que nunca encontró. Aquí en Iguazú  se quedó, trabajó, se casó y crió a sus seis hijos, los que le dieron un poco más de 15 nietos y 4 bisnietos.


Durante treinta años trabajó y se desempeñoó en el hospital como enfermera, y también realizó otras tareas, “antes el trabajo era una cosa seria, había que cumplir y saber hacer de todo, no había especializaciones, pero si hoy me preguntan lo que más disfruté diría que fue el sector de nacimientos. Siendo partera, comencé todo cuando me quedé viuda por primera vez, tuve que salir a trabajar porque ya tenía cuatro hijos, fue entonces como comencé a trabajar en la fábrica de palmitos que funcionaba en el barrio de Villa 14, quedaba cerca de lo de Doña Cesar y también me ofreció la doctora Marta Schwarz la posibilidad de entrar en el hospital con un sueldo fijo. La única condición era querer aprender y así acepté. Tuve que pasar por muchos cursos antes de entrar a una sala a ayudar, como todos, pero tuve la suerte de no tener que esperar vacantes para poder trabajar como enfermera. El doctor Smith me preguntó y yo no dudé, comencé a trabajar en ese hospital en el que tuve momentos realmente muy felices. Ahí se criaron prácticamente todos mis hijos, la más chica jugaba en el patio con sus amigas, esperando que terminemos la guardia,  tiempos que no van a volver”, comentó nostálgica a Lavozdecataratas.


Durante los relatos recordando su vida, y de cómo logró criar a seis niños en total, a pesar de haberse quedado viuda en dos oportunidades, relató sobre la situación de Iguazú durante aquellos primeros años de su adolescencia cuando el pueblo solo tenía en el lugar de la Plaza San Martin un patio para bailes.


El club era donde se jugaba básquet durante la semana y se organizaban bailes los sábados, a los que podía ir toda la familia, "porque la ciudad era mucho más chica" dice Doña Mary y cuenta: "se conocían todos y era como una gran familia, en el centro solo había dos escuelas, la Iglesia y el resto de los comercios se encontraban en la subida desde el puerto hasta el correo, que funcionaba en otro edificio. Los chicos podían jugar afuera y por la tarde era algo normal que se metieran para adentro y no se quedaban afuera, a pesar de que era oscuro no había gente caminando de noche, solo si tenían que ir a trabajar, en ese tiempo las mujeres y las jóvenes tenían que hacer caso a la familia con la que vivían, así me pasó a mi cuando vine buscando a mi mamá por barco, había uno que otro almacén pero muchas cosas solo venían de “Meira” Brasil, como por ejemplo la leche y otras cosas. Meira era un lugar pequeño lleno de chacras y hoy es increíble ver lo grande que está en comparación con nuestra ciudad, tan atrasada”, reflexionó.

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