18 nov 2012

Enfermeras de esclavina, claveles y cofia



Por: Ana María Ford

Más de medio siglo atrás -1961- comenzaba a organizarse en Trenque Lauquen la formación profesional de la enfermería, la profesión que junto a la de los médicos conforma el mundo al que arriba el hombre cuando el estado de salud pasa a ser enfermedad.
No era todo novedad, en 1955 había terminado el tercer curso de la Escuela de Auxiliares Técnicos que otorgaba el título de Enfermera asistencial.
Médicos como Martín Lascano, Raúl Righi, Juan Inocencio Mateos (la sala de Primeros Auxilios de Fortín Olavarría lleva su nombre), entre otros dedicaron buena parte de sus tiempos de hospital y consultorio a transformarse en maestros.
El rescate desde el tiempo –esta vez recuerdos de baúles ajenos) viene estampado en el diploma que la vecina Demetria Torres de Vargas exhibe con orgullo; está fechado el 4 de marzo de 1955 "cuando la ciudad de La Plata (desde donde se
organizaban los cursos) se llamaba Eva Perón. Fue todo un lío que nos llegaran los diplomas oficializados porque seis meses después fue la revolución que derrocó al gobierno de Perón"
cuenta la mujer que recuerda muy bien "… todo lo que tuvo que pelear el doctor (Francisco) Macaya para que los
mandaran." Ella cuenta que decidió estudiar enfermería para atender mejor a su madre aquejada de una larga enfermedad.
Después y durante muchos años se dedicó a "colocar inyecciones" a domicilio. "Recorría el pueblo de punta a
punta, sin auto ni bicicleta". Revive con notable vivacidad a Macaya que era el director "no queríamos nunca que terminara la clase con él porque nos gustaba mucho cómo explicaba" y a Manuel Fernández Rogel que les enseñaba Anatomía lo evoca "… tan serio y tan bueno".

Se acuerda de una anécdota ejemplificadora de las costumbres en el lenguaje y del rigor conque los profesores trataban de formar a ese grupo de muchachas como las mejores profesionales. "Un día llegué y escuché que el doctor Macaya estaba enfurecido retando a una de las estudiantes en un pasillo y alcancé a escuchar que le decía "¡cuando una mujer pierde el pudor no le queda nada de su femineidad!" Me escabullí y empecé a averiguar qué había pasado. Resulta que en una clase esa chica (se llamaba Rosa) había hecho un comentario en clase sobre una parte de las enseñanzas de Macaya y usó la palabra joder…"
Otro de los nombres que Demetria trae al hoy es el de don Alberto Franchi (padre) "que era el encargado de todo ". Y el de la hermana Argelia "¡ qué mujer! nadie como ella para recibir a un accidentado, a un herido… sabía tanto como un médico".

Pasaron unos cuantos años y en 1961 se dictó el curso de Auxiliares técnicos de enfermería organizado por la Municipalidad. Las clases teóricas se dictaban en un salón de la planta alta de la escuela Nº 1. Nuevamente el doctor Francisco Macaya en la dirección, secretaria María Angélica

Echeverry. Ahora le toca el turno a Olga Conenna de deshilvanar recuerdos "… entre los profesores estaban los médicos David Kurlat, Eugenio Pérez del Cerro, Nelly Gil, Bruno Baldasarre".
Las prácticas se hacían el hospital que por ese entonces agrupaba toda la actividad en tres alas: la de la Maternidad, la sala de hombres y la sala de mujeres.
La instructora era la hermana Argelia. Severa y muy preparada no dejaba pasar ni el detalle más pequeño. La práctica de las inyecciones,el tendido de las cama (ni una arruguita en la sábana de abajo, de lo contrario había que empezar de nuevo) cambiar la ropa de cama con el enfermo acostado, lavar los pisos… vale decir que se mezclaban las funciones que hoy están perfectamente divididas entre enfermeras y mucamas.

La ciudad crecía y también las demandas en atención de la salud. Por ese entonces se había establecido en Trenque Lauquen Elsa Beascochea de Fino. Venía de Santa Rosa donde había estudiado enfemería. "Un día apareció en la casa de las hermanas rosarinas –que estaban a cargo del hospital- para cuidar a dos de ellas, muy viejitas y postradas, no la conocíamos" cuenta Olga Conenna.
Hasta que un día la señora de Fino fue designada como la primera jefa de personal que hubo en el hospital Pedro T. Orellana (hasta ese momento la función la cumplía quien fuera superiora de la congregación rosarina).
Elsa se consagró de lleno a esa responsabilidad; inquieta, enérgica y convencida de la necesidad de perfeccionar cada vez más a quienes habían elegido ser enfermeras insistió y golpeó puertas hasta lograr que se abriese en Trenque Lauquen el primer curso descentralizado de enfermería profesional para el que hubo 60 anotados. (Fue la última inscripción en la que no se exigió título secundario).
La ceremonia de colación de grados en 1966 fue un acto brillante de simbolismo desarrollado en el salón de actos del club Argentino, toda una novedad. La ceremonia estuvo llena de simbolismos.
La imposición de las tocas momento para el que cada neoenfermera había elegido madrina o padrino. El encendido de la pequeña lámpara votiva, los tres claveles en la mano; el blanco que simbolizaba la pureza, el rojo del amor, el amarillo del sacrificio.
El juramento. Fueron los primeros pasos, Después vinieron otros y la marcha del perfeccionamiento de las enfermeras/os no se detuvo más.
Atrás quedó el saber solucionar situaciones muy complejas con sólo el conocimiento empírico y derroche de buena
voluntad y viveza criolla. Las exigencias se incrementaron, llegaron las opciones de especialización, el nivel
universitario.
Y siempre el mismo espíritu, paliar el sufrimiento, dar la palabra de aliento a quien está atenaceado por el dolor en el cuerpo y por el miedo en el alma. ¿Puede haber una palabra que encierre tanto como el reclamo de la presencia
de la enfermera/o en la mitad de la madrugada cuando en los hospitales y clínicas reina el silencio?
Y cuando la puerta de la habitación se abre y aparece la claridad de un uniforme blanco, hay algo de corporización
de los ángeles guardianes.
Herederas/os de las inglesas Florencia Nigthngale y Edith Cavello del patagónico Artémides Zatti, cambiaron el
guardapolvo inmaculadamente blanco, la cofia y la esclavina por los ambos de color. Pero la esencia es la misma.

Sana tozudez

Elsa Beascochea de Fino fue una mujer que trabajó mucho por Trenque Lauquen. Más allá de su pasión por la enfermería,
de haber sido la impulsora de la formación para la enfermera profesional, fue la primera trabajadora social (sin título).
Además de su cargo en el hospital, fue figura clave en el área de Bienestar Social de la Municipalidad "hacía y deshacía, se ocupaba de todo y enfrentaba a los funcionarios si consideraba que algo estaba mal o se podía mejorar" recuerda el médico Enrique Vilbazo. Es que detrás de sus modales bruscos y de su voz a veces altisonante ( fruto seguramente de su disminución auditiva) la señora de Fino escondía una inmensa vocación de servicio que puso íntegra al servicio de la comunidad.
Eran tiempos de caminos de tierra, de una ruta 5 que cuyo pavimento moría en Pehuajó; de comunicación es telefónicas que podían convertirse en un parto de nalga. "Integró la primera Comisión Cooperadora de la escuela especial (la
hoy 501)" destaca Elsa Bossié de Cohen. "Trabajó muchísimo, conseguía todo lo que hiciera falta, fuera lo que fuese. Es más, viajaba a La Plata para, tramitar, pedir y hasta exigir lo que consideraba justo". Tenía la sana tozudez de los que creen que su causa es justa y necesaria.
Un vecino contaría después de alguno de esos viajes que le tocó escuchar accidentalmente la orden de un funcionario "Denle lo que pide con tal que se vaya…"








Enfermeras sellan la paz con el Clínico

ZULIA : : Enfermeras sellan la paz con el Clínico

Enfermeras sellan la paz con el Clínico

Por Luzmila Mejía Smith / lmejia@laverdad.com / Maracaibo

Tras cinco días de protesta continua, las enfermeras del Hospital Clínico se reunieron, el pasado viernes, en asamblea con la junta directiva y asesores legales de la empresa. Se acordó la cancelación del 30 por ciento de incremento del sueldo para el 1 de diciembre y otro 20 a pagarse el 1 de enero

Domingo, 18 Noviembre 2012 00:00

315 CLICS

Tras cinco días de protesta continua, las enfermeras del Hospital Clínico se reunieron, el pasado viernes, en asamblea con la junta directiva y asesores legales de la empresa. El diálogo entre ambas partes terminó con un resultado positivo y la manifestación se levantó de forma oficial. 

El Sindicato de Enfermeras y Técnicos del Hospital, que luchaba por un aumento salarial y el inicio de la discusión del contrato colectivo vencido hace cuatro años, aceptó la tercera oferta propuesta por la directiva. Se acordó la cancelación del 30 por ciento de incremento del sueldo para el 1 de diciembre y otro 20 a pagarse el 1 de enero, más una bonificación de diez mil bolívares divida en dos partes en los mismos meses. 

Dennys Chávez, presidenta del Colegio de Enfermería, destacó que los 135 profesionales aceptaron el trato con el compromiso de mantener abierta la discusión de las otras 94 cláusulas pendientes y una justa distribución de trabajo dentro de la empresa.

Enfermería y responsabilidad política

En breve estaremos en el mes mundial de la salud, es una gran oportunidad para llevar adelante estrategias para transmitir de forma clara ...