"Si volviera a nacer, volvería a ser enfermera"
Se trata de Amelia de la Caridad Silva Martínez, enfermera de profesión desde 1968, elegida por su descollante desempeño para, en su figura, felicitar al personal de enfermería de la suroriental provincia cubana de Granma, al conmemorarse en todo el planeta el 12 de mayo el Día Internacional de las enfermeras, en homenaje a Florence Nightingale, nacida un día como ese, y considerada ejemplo de abnegación, madre de la enfermería moderna y fundadora de la primera escuela de esa especialidad del mundo.
Se dice que es una profesión tradicionalmente ejercida por mujeres, y según datos estadísticos, más de 11 millones de ellas en el mundo laboran en hospitales y centros de salud rurales, escuelas, prisiones, zonas de guerra y campos de refugiados y desplazados. Ponen mil millones de inyecciones en todos los continentes, pues el 80 por ciento del total de la atención primaria de salud es dispensado por enfermeras. Son la columna vertebral de la mayoría de los equipos de atención de salud en el mundo, y prestan sus servicios no siempre en las mejores condiciones técnicas y estructurales, pero perennemente dispuestas a ayudar a quienes lo necesitan.
En Amelia se resume todo lo expuesto, por ello, causa admiración escucharla hablar con tanta modestia de una vida dedicada casi por entero al quehacer con los pacientes y a la docencia.
"Soy natal de Santiago de Cuba, de donde era mi papá -explica-. Vine definitivamente aquí a Bayamo a partir del triunfo de la Revolución. Cuando cursaba la secundaria básica, por la necesidad existente en ese entonces en la nación, nos ofertaron Magisterio y Auxiliar de Enfermería yo no estaba decidida por ninguna, pero el jefe de zona de los CDR me estimuló a elegir esta última.
"Salí airosa de toda el ciclo de selección, y fui a cursar estudios en Santiago de Cuba. Al principio me mantenía porque era necesaria, pero me fui enamorando de la actividad que iba a desempeñar en el futuro."
Recuerda con cariño ese importante lapso de su formación profesional, y señala su rotación por hospitales y policlínicos de la hermana provincia, hasta su incorporación en 1968 en el general universitario "Carlos Manuel de Céspedes", de Bayamo, con solo 16 años de edad.
"La extrema juventud que tenía me ayudó a contar con el tiempo preciso para participar en todas las tareas de la sala de Medicina donde laboraba, a hacer horas extra, a unirme a las Brigadas Rojas y a mi incorporación a la Sociedad Cubana de Enfermería
"Me sumé de inmediato a las investigaciones y a la superación. En el 78 comencé como profesora en el politécnico de la Salud, hice el post básico de Administración y docencia.
"Del 81 al 83 cumplí misión en la República Popular de Angola, como docente, trabajé en la Escuela de enfermería de Luanda, también rotaba por los hospitales apoyando la labor asistencial. Fue un importante y bonito período, del cual me siento orgullosa, por los resultados y porque cumplí, además de tener la posibilidad de ser portadora de uno de los más bellos valores, el internacionalismo."
Refiere emocionada su participación en la Misión Milagro en Ciudad de La Habana, y la atención a los dannificados del terremoto de Pakistán, "es indescriptible ese período, me marcó realmente, a lo cual se une haber podido hablar personalmente con el Comandante en Jefe antes de partir a esa tarea tan especial, qué decirte de su imponente personalidad y su delicadeza, en fin, es una imagen peremne en mi mente".
Por necesidad de servicios pasa a trabajar en la parte de atención primaria en el policlínco Jimmy Hirtzel, de Bayamo, como Jefa en el departamento de Enfermería,
hasta 2006, fecha en que nuevamente cumple misión internacionalista, esta vez en Venezuela, por tres años.
Actualmente es Supervisora del policlínico de marras y está en el ejecutivo de la Sociedad Cubana de Enfermería del centro, aunque en ocasiones presta servicios en otras áreas, e incluso apoya al Cuerpo de Guardia. Sus compañeros la distinguen y ofrecen el mejor de los criterios sobre ella.
En sus palabras hay convicción, y fuerza en sus gestos.
"No podía dejar de mencionar a quienes han hecho posible con su apoyo y comprensión todos mis éxitos profesionales: mi madre, mi esposo, mi hijo y mis queridas nietas. La mejor cosa que le puede pasar a una persona es tener familia.
"Cada año disfruto la jornada que se desarrolla por el 12 de mayo, sobre todo porque recibimos cariño y respeto por parte de los pacientes, para quienes trabajamos. Hacer un recuento de mi vida me hace concluir que si volviera a nacer, volvería a ser enfermera."
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