22 may 2011

El diagnóstico de VIH en la pareja

Shock emocional / Se suele demorar la consulta médica

El diagnóstico de VIH en la pareja

Cómo reaccionan las mujeres que contraen la infección de sus maridos, que no se cuidan

Sebastián A. Ríos
LA NACION

¿Cuál sería su reacción al enterarse de que su pareja le ha transmitido el virus del sida y de que su pareja contrajo la infección al haberle sido infiel? ¿Le reclamaría por qué no se cuidó? ¿Buscaría ayuda médica? ¿Trataría de comenzar lo antes posible el tratamiento?

Ninguna de éstas suelen ser las reacciones de las argentinas, según revela un estudio realizado sobre mujeres que habían sido infectadas por sus propios esposos. La investigación llevada adelante por la psicóloga y sexóloga Andrea Gómez, sobre pacientes del hospital Alvarez y de la Red de Mujeres Viviendo con VIH/Sida en Argentina, muestra que tras recibir la noticia las mujeres entran en un período de depresión, "congelan" su vida sexual y demoran la consulta médica para realizarse el test de VIH y solicitar tratamiento.

Y siguen acompañando a sus esposos... "Los cuidaron, atendieron y pospusieron su propio chequeo médico. Cuando supieron que ellas habían adquirido el VIH, primero sintieron un gran desconcierto, luego miedo, angustia y vergüenza. Recién al fallecer sus parejas pudieron sentir enojo y furia por lo ocurrido, especialmente al tener que reconocer la posibilidad de la infidelidad", comentó Gómez, que realizó el estudio gracias a una beca Fogarty, del AIDS International Training and Research Program, de la Escuela de Medicina Mount Sinai, de Estados Unidos.

En la Argentina, la epidemia de VIH/sida tiende a ser cada vez más "femenina". Entre los 15 y los 24 años de edad, por ejemplo, hoy los nuevos diagnósticos de VIH/sida son 1,2 veces más frecuentes entre las mujeres que entre los varones.

Sin protección

Las entrevistas en profundidad que conforman el estudio develan los obstáculos que impiden que las mujeres heterosexuales en pareja puedan prevenir la infección por VIH. "Sugerir el uso del preservativo dentro del matrimonio es interpretado como señal de infidelidad y engaño -se lee en el estudio-. Si la mujer lo pide, ella es acusada de infiel o de que «en algo anda». El varón es reacio a utilizarlo: si no lo utilizó fuera de su casa, menos aún deseará hacerlo con su esposa."

La mayoría de las mujeres entrevistadas habían tenido pocas parejas sexuales en su vida; muchas sólo una, su marido. "Eran mujeres que venían de ejercer su sexualidad ligada a la maternidad y a la satisfacción sexual del varón, con poco conocimiento de su cuerpo y de su placer. Y lo que se observa es la incapacidad de hacer valer sus derechos y el autocuidado ante el varón", dijo Gómez.

El hombre, continuó, "carga con el rol estereotipado del macho que no se cuida y que con cuantas más mujeres está, más macho es".

El resultado, el obvio, se repite en las historias recopiladas por el estudio. Un día el varón comienza a enfermarse, generalmente evita la consulta médica, y empeora hasta ser internado; entonces, la mujer recibe la noticia: "Su marido tiene sida. ¿Por qué no se hace un estudio de VIH?".

"La noticia llega muchas veces cuando el marido se encuentra en una situación terminal -dijo Gómez-. Ellas quedan viudas, con hijos, sin sostén económico, viviendo con el VIH, y con la dificultad de obtener un trabajo formal y rentado, ya que sabemos que el análisis de VIH se realiza muchas veces en forma compulsiva", como parte de los estudios médicos preocupacionales.

El impacto emocional de la noticia de que sus maridos tienen VIH/sida las golpea, y la depresión, el desconcierto y la angustia obstaculizan la consulta médica necesaria para encarar el tratamiento de la infección. Muchas hasta demoran meses, un año, el hacerse el test de VIH. "Como sucede ante un duelo, lo primero es la negación; muchas pospusieron saber lo que les pasaba."

Con el tiempo, los ojos se van abriendo. "El enojo surge al darse cuenta de que sus esposos no sólo les habían transmitido el virus, confirmando así la infidelidad, sino que debían reconocer también que no se habían cuidado y tampoco las habían cuidado a ellas -concluyó Gómez-. El rol esperable del varón como protector también se había perdido."

EN PRIMERA PERSONA

Algunas de las frases consignadas en las entrevistas con las mujeres con VIH que constituyen la base del estudio.

"Llegué a casa y llorando le dije que tenía sida. No le dije: Es culpa tuya, pero sí que fuera a ver a la doctora. Yo confiaba en él; el hombre es infiel. Suponía que se cuidaba y me cuidaba a mí ?"

"¿Para qué la muestra de sangre? Para descartar si tenés VIH. Pero ¿por qué? Me dijeron: Tu marido tiene VIH. ¡Me quería morir! Sólo pensaba en mi nena. Eso no se hace a nadie, infectarme a mí y a mi hija ?"


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