Por atentado a la autoridad
Condenado a un año de prisión por agresión a un enfermero
«Me propinó dos puñetazos y me dio tres patadas. Me dijo que me iba a matar», dice la víctima
http://www.laopiniondemalaga.es/malaga/2011/04/27/condenado-ano-prision-agresion-enfermero/418183.html
Condenado a un año de prisión por agresión a un enfermero
«Me propinó dos puñetazos y me dio tres patadas. Me dijo que me iba a matar», dice la víctima
http://www.laopiniondemalaga.es/malaga/2011/04/27/condenado-ano-prision-agresion-enfermero/418183.html
«Estoy satisfecho. Lo más importante para mí era que este caso fuera ejemplarizante de cara a la sociedad. No se pueden arreglar las cosas a palos, con patadas ni con amenazas de muerte». Son palabras de I. G. S., enfermero de 32 años del Materno Infantil de Málaga al que los tribunales han respaldado en su denuncia por la agresión sufrida de manos del padre de un menor ingresado en el centro.
El agresor ha sido condenado por delito de atentado a la autoridad a un año de prisión y a una multa de 180 euros, informaron tanto el enfermero como el sindicato de enfermería Satse. Los hechos sucedieron el pasado miércoles 16 de febrero. Esa noche el enfermero I.G.S. se encontraba desempeñando su trabajo habitual en la UCI de Pediatría del Materno Infantil cuando el padre de este pequeño, que lleva hospitalizado ya más de dos años, insistía en que el médico visitara a su hijo.
A pesar de que el pequeño no presentaba «ninguna situación de emergencia», el enfermero avisó finalmente al pediatra que acudió a la habitación del menor. «Fui a cargar la medicación al filo de la medianoche, como es mi obligación, tanto para su hijo como para el resto de los pequeños», relata el enfermero. Cuando volvió a entrar en la habitación el padre «se avalanzó sobre mí y me dijo: ¡Desgraciado! ¡Que has abandonado a mi hijo!». «Me dijo que me iba a matar y que me iba a pegar dos tiros y también me propinó dos puñetazos en la mandíbula y tres patadas en la pierna, de lo que hay un parte de lesiones», explica el afectado, que desea dar carpetazo lo antes posible al asunto y volver a la normalidad.
Amenazas de muerte
«Yo me quedé bloqueado y cuando ya a mi mente le dio por pensar le dije que no sabía lo que acababa de hacer, que esto no se iba a quedar así y que iba a llamar a la policía. Y me volvió a reiterar que me iba a matar», comentó.
A partir de ahí se presentó la policía, se abrieron las diligencias pertinentes y ayer se celebró el juicio, resultando condenado el agresor a un año de prisión al haber habido conformidad, una pena que no cumplirá al no tener antecedentes, indicaron tanto la víctima como el responsable provincial del sindicato Satse, Eugenio Pérez.
Pero para I. G. S. ha sido un calvario, afectándole a su vida laboral y familiar. De hecho permanece aún de baja por un trastorno de ansiedad transitorio a causa de la agresión.
«Llevo nueve años trabajando, el último año y medio en el Materno, y no tenía hasta ahora ni una hoja de reclamaciones. Yo sólo he intentado hacer mi trabajo lo mejor posible. Quiero pasar página y recobrar mi serenidad y mi vida. Durante todo este tiempo no he estado disfrutando de mi mujer ni de mis hijos. Esto ha sido como ir en una noria y unos días he estado mal y otros bien. Hoy, tras el juicio, es como si me hubiera quitado una piedra de encima», declaraba ayer el afectado a este periódico.
Y es que asegura que los días siguientes a la agresión cuando salía a la calle miraba hacia todos los lados para comprobar si alguien lo estaba siguiendo u observando.
Aún hoy, confiesa, tiene cierto temor a posibles represalias o reacciones de algún familiar del agresor. «Dios quiera que esto se acabe aquí. Yo lo que espero es que esto pueda servir para que no ocurra más. Lo he llevado como he podido y ahora espero incorporarme pronto. Hay que denunciar estos casos, los profesionales no podemos permitirlo. El único camino es plantarle cara y denunciarlo. Dentro de mi sueldo no va que me peguen», afirma.
El enfermero será reubicado de momento mientras esta familia permanezca en el hospital, ya que el pequeño sigue ingresado.
El agresor ha sido condenado por delito de atentado a la autoridad a un año de prisión y a una multa de 180 euros, informaron tanto el enfermero como el sindicato de enfermería Satse. Los hechos sucedieron el pasado miércoles 16 de febrero. Esa noche el enfermero I.G.S. se encontraba desempeñando su trabajo habitual en la UCI de Pediatría del Materno Infantil cuando el padre de este pequeño, que lleva hospitalizado ya más de dos años, insistía en que el médico visitara a su hijo.
A pesar de que el pequeño no presentaba «ninguna situación de emergencia», el enfermero avisó finalmente al pediatra que acudió a la habitación del menor. «Fui a cargar la medicación al filo de la medianoche, como es mi obligación, tanto para su hijo como para el resto de los pequeños», relata el enfermero. Cuando volvió a entrar en la habitación el padre «se avalanzó sobre mí y me dijo: ¡Desgraciado! ¡Que has abandonado a mi hijo!». «Me dijo que me iba a matar y que me iba a pegar dos tiros y también me propinó dos puñetazos en la mandíbula y tres patadas en la pierna, de lo que hay un parte de lesiones», explica el afectado, que desea dar carpetazo lo antes posible al asunto y volver a la normalidad.
Amenazas de muerte
«Yo me quedé bloqueado y cuando ya a mi mente le dio por pensar le dije que no sabía lo que acababa de hacer, que esto no se iba a quedar así y que iba a llamar a la policía. Y me volvió a reiterar que me iba a matar», comentó.
A partir de ahí se presentó la policía, se abrieron las diligencias pertinentes y ayer se celebró el juicio, resultando condenado el agresor a un año de prisión al haber habido conformidad, una pena que no cumplirá al no tener antecedentes, indicaron tanto la víctima como el responsable provincial del sindicato Satse, Eugenio Pérez.
Pero para I. G. S. ha sido un calvario, afectándole a su vida laboral y familiar. De hecho permanece aún de baja por un trastorno de ansiedad transitorio a causa de la agresión.
«Llevo nueve años trabajando, el último año y medio en el Materno, y no tenía hasta ahora ni una hoja de reclamaciones. Yo sólo he intentado hacer mi trabajo lo mejor posible. Quiero pasar página y recobrar mi serenidad y mi vida. Durante todo este tiempo no he estado disfrutando de mi mujer ni de mis hijos. Esto ha sido como ir en una noria y unos días he estado mal y otros bien. Hoy, tras el juicio, es como si me hubiera quitado una piedra de encima», declaraba ayer el afectado a este periódico.
Y es que asegura que los días siguientes a la agresión cuando salía a la calle miraba hacia todos los lados para comprobar si alguien lo estaba siguiendo u observando.
Aún hoy, confiesa, tiene cierto temor a posibles represalias o reacciones de algún familiar del agresor. «Dios quiera que esto se acabe aquí. Yo lo que espero es que esto pueda servir para que no ocurra más. Lo he llevado como he podido y ahora espero incorporarme pronto. Hay que denunciar estos casos, los profesionales no podemos permitirlo. El único camino es plantarle cara y denunciarlo. Dentro de mi sueldo no va que me peguen», afirma.
El enfermero será reubicado de momento mientras esta familia permanezca en el hospital, ya que el pequeño sigue ingresado.
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