29 sept 2012

Una enfermera española en Arabia Saudí: «Aquí gano más de 4.000 euros al mes»

Desde Reino Unido hasta Australia, opciones no faltan, y motivos para
emigrar, tampoco. Esta es la historia del éxodo de nuestras enfermeras
JOSEFINA GIANCATERINO STEGMANN / madrid
Día 29/09/2012 - 21.35h
Una enfermera española en Arabia Saudí: «Aquí gano más de 4.000 euros al mes»
fotos: vlaerio merion y víctor lerena
La enfermera Amaia Ibarrola Arana
Hasta 11.773 puestos de trabajo para enfermeras españolas ofrecidos en
toda Europa; 914 se marcharon en 2011; 100.000 son las que ahora pide
contratar Arabia Saudí; 16.375 están en paro... Detrás de estas frías
cifras hay oportunidades, desafíos, miedos y dudas; pero sobre todo
hay historias de vida; historias de enfermeras españolas que contando
con el mejor modelo de formación de Europa tienen que marcharse. ¿Por
qué? La respuesta es una, aunque cambie el interlocutor: la crisis. La
crisis traducida en unas escalofriantes cifras de desempleo en «una
profesión que históricamente no ha tenido paro», afirmó esta semana
Máximo González, presidente del Consejo General de Enfermería. ¿Hay
salida? Sí, pero no tan cerca.

Amaia Ibarrola, navarra de 31 años, es una de las valientes mujeres
que han hecho las maletas, y se ha marchado a Arabia Saudí. Lleva un
año trabajando en el King Faisal Specialist Hospital de Riad. «Aquí
cobro 3.500 euros y haciendo guardias saco 4.000 o 4.100, con el
añadido de que Arabia está libre de impuestos», cuenta Amaia
entusiasmada. «El alojamiento está pagado por el hospital, así que
solo gasto en internet y en la comida, que es muy barata», añade. Eso
sí, Arabia Saudí es un país islámico y las condiciones en las que vive
la mujer distan mucho de asemejarse a lo que una española podría estar
acostumbrada. Pero Amaia dio un paso al frente y, de hecho, incita a
sus compañeras a que hagan lo mismo. «Lo que tiene en contra es la
vida social. Es un país muy hermético. Las mujeres tenemos que llevar
una "abaya" (túnica negra desde el cuello hasta los pies) con un
pañuelo negro en la cabeza», cuenta. «De hecho, hay policías
religiosos, los "mutawa", que pasean por los centros comerciales para
comprobar que estés cubierta». ¿Y en el trabajo? «No uso "abaya", pero
no puedo enseñar los brazos ni las rodillas ni utilizar jeans o ropa
ajustada». Estas son las condiciones y Amaia las aceptó: «Hay que
tener claro a dónde vas, Arabia Saudí tiene sus leyes, no podemos
conducir ni hablar con hombres». Y pese a todo «yo lo recomendaría, no
es Europa, pero tampoco es un infierno, estoy contenta». Amaia cobraba
en España una media de 1.800 a 2.000 euros al mes. El salario ha sido
su principal motivación. Eso sí, «trabajamos más horas, 44 a la
semana, pero tenemos 54 días de vacaciones», cuenta.

No todas han emprendido el viaje, pero algunas están a punto de
hacerlo. Eva García, segoviana de 52 años, no está entre las 26.000
paradas, pero quiere marcharse a Australia. «Siempre tuve en mente
salir fuera, pero ahora me lo planteo seriamente porque veo que las
condiciones de trabajo empeoran a pasos agigantados; me gustaría
desarrollar mi trabajo con más calidad», cuenta. «Hay recortes de
personal, atendemos cada vez más gente». Eva querría desempeñar su
trabajo como antes, y probablemente los pacientes también. «Antes te
podías dedicar veinte minutos para atender a un paciente; ahora no
puedes dedicarle ni cinco», lamenta. Eva tiene motivos de sobra para
irse: «Me bajaron el sueldo un 5% el año pasado y este año otro 8%».
En cuanto a destinos sí la detienen las condiciones en Arabia Saudí:
«Me encontraría con obstáculos para desarrollarme personalmente». Lo
que no la detiene es su país, por eso no es Arabia pero sí Australia.
«Nos van a quitar días libres, hay un deterioro de las condiciones
laborales en calidad y cantidad». Pero esta enfermera, como tantas,
tiene una familia, ¿cómo afrontar el desafío involucrando a los seres
queridos? «Mi familia está de acuerdo, también es una oportunidad para
mis hijas, que son profesoras y aquí no ejercen. Están dispuestos a
hacerlo».
«Lejos, pero cerca»

Otras, como Natalia de Luque, se van pero no tan lejos: a Inglaterra
«que está cerquita de España». Natalia tiene 29 años y vive con sus
padres. Se marcha a Londres porque se acabará su contrato. Trabaja en
un hospital de Córdoba con una reducción de jornada del 33%. Espera
una buena oferta en Londres para marcharse. No le preocupa tomar la
decisión sin tener contrato desde aquí porque las oportunidades de
empleo más allá de nuestras fronteras son otras: «Hay ofertas
constantemente tanto en la sanidad pública, en la que ganas hasta
35.000 euros al año, como en la privada, donde se pagan hasta 50.000
euros», comenta. Natalia es consciente de que la mejor formación es en
España, pero que la rentabilizará otro país «da mucho coraje, yo
además tengo master y seis años de experiencia, es penoso pero no nos
queda otra». Ha descartado la opción de Arabia porque la cultura la
«echa para atrás». Está entusiasmada con su nuevo destino. «Las
condiciones son buenas, hay muchos beneficios y flexibilidad de
horarios, incluso». Natalia partirá con su novio, actualmente vive con
sus padres: «Va siendo hora de que emigre», asegura. «Ellos no quieren
que me vaya pero entienden la situación, yo pretendo trabajar un
tiempo y volver a España con más dinero».
Buena acogida en Arabia

Eva Hernández tiene 27 años, es asturiana y lleva un año en Arabia
Saudí. «No es un país para quedarse mucho tiempo», asegura. «Los
occidentales estamos en una burbuja, vivimos en residencias llamadas
"compounds", apartados del resto». Tropieza con una cultura diferente
a la suya pero planea quedarse un año más. «Trabajé en Navarra, donde
primero había contratos a tiempo completo, luego medio, y al final,
nada». «En España no aguantas mucho tiempo, cuando ves la oportunidad
de tener algo mejor te vas». Reconoce que trabaja más horas que en
España, pero gana 4.000 euros al mes. Eva anima a sus compañeras a
emprender el viaje y por su parte, trata de evitar ciertos prejuicios.
«Hay casos en los que tenemos más privilegios y además la acogida es
increíble, adoran a los españoles». Eva quiere regresar, pero pensando
en voz alta se debate: «a ver lo que me encuentro, porque para estar
sin trabajo...». En cualquier caso, antes o después, todas, sueñan con
volver.

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