Letitia Mumford Geer fue una enfermera estadounidense que, en 1899, inventó y patentó la jeringa médica (que podía ser operada con una sola mano.)
Antes de su invención, las jeringas requerían el uso de ambas manos, lo que complicaba su manejo, especialmente en situaciones de emergencia o cuando el personal médico necesitaba administrar medicamentos rápidamente y sin ayuda adicional.
La jeringa que Letitia inventó se destacaba por ser mucho más eficiente y fácil de usar. Con su diseño, el personal de salud podía administrar una inyección con una mano, lo que liberaba la otra para otros procedimientos o para estabilizar a la/el paciente.
Este avance mejoró considerablemente la seguridad y rapidez en la administración de medicamentos y abrió camino a diseños modernos más ergonómicos y precisos, reduciendo riesgos y promoviendo un cuidado más eficaz de las y los pacientes.
A finales del siglo XIX, las mujeres tenían muy limitado acceso a la educación y se les restringía en muchos campos profesionales. El ámbito médico no era la excepción, y si bien las mujeres estaban presentes en roles de enfermería, pocas llegaban a destacarse como inventoras o médicas reconocidas. Letitia, al igual que muchas otras mujeres de su época, tuvo que enfrentarse a la invisibilización de sus aportes.
Hoy la recordamos y nombramos pues a pesar de que su invención fue revolucionaria para la medicina, su nombre no es tan reconocido como el de otros inventores. Incluso, cuando se habla de innovaciones médicas, su nombre rara vez aparece, a pesar de que su invento sigue siendo esencial en la medicina moderna.
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