Hoy el personal de enfermería se enfrenta a una escasez cada vez más preocupante. Esto provoca una mayor cantidad de pacientes por profesional y, en muchos casos, la implementación de turnos más largos de lo habitual. Estas medidas, lejos de ofrecer soluciones, generan estrés, agotamiento, renuncias y un impacto directo en la calidad del cuidado, especialmente en las áreas más críticas.
Este problema no es sólo local. A nivel global existe una falta de enfermeras/os, y esto se agrava por la migración hacia países económicamente más desarrollados, como Suecia, Noruega o Finlandia, que ofrecen mejores condiciones laborales y salariales. Entre estos países también hay diferencias culturales y lingüísticas: por ejemplo, en Finlandia se hablan dos idiomas oficiales (finés y sueco), lo que facilita que muchos profesionales fineses migren a Suecia o Noruega, donde los idiomas son similares.
Frente a este escenario, aparece un gran debate: ¿la inteligencia artificial reemplazará a las enfermeras/os? Personalmente, no creo que eso ocurra en un futuro cercano. La tecnología puede ofrecer apoyo en algunas tareas administrativas o de organización —como planificación de turnos, gestión de llamadas, y otras actividades repetitivas— y en algunos casos incluso hacerlo mejor. Pero el cuidado, el arte de estar, el toque de empatía, contención, escucha y humanidad que brindamos los profesionales de enfermería es irremplazable.
Porque cuando una persona necesita contención, un hombro, una mirada o simplemente compañía, allí es donde el ser humano sigue siendo insustituible. Y eso es lo que miles de colegas en todo el mundo seguimos brindando día tras día, incluso frente a la adversidad, en la búsqueda constante del cuidado humanizado
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