Una investigación reciente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) reveló un hecho alarmante: uno de cada tres profesionales de enfermería en Europa presenta síntomas de depresión o ansiedad. El informe detalla que las enfermeras están más expuestas a la depresión y la ansiedad, mientras que los enfermeros presentan una mayor tendencia al consumo problemático de alcohol.
Aún más preocupante, más de uno de cada diez trabajadores del sector salud ha pensado en suicidarse o en hacerse daño.
Estos datos reflejan una realidad que no nos es ajena. El colectivo de enfermería considera urgente proponer acciones concretas que permitan dar los primeros pasos hacia la reversión de esta crisis silenciosa, aspirando a consolidar un programa nacional de cuidado y prevención integral para el personal de enfermería.
Entre las propuestas se destacan:
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Implementar una política de tolerancia cero frente a la violencia y el acoso en los centros sanitarios.
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Reformar el sistema de horas extraordinarias, garantizando un uso racional y humano del talento profesional.
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Asegurar un acceso confidencial y gratuito a servicios de salud mental para todos los trabajadores de enfermería.
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Promover políticas sustentables de retención profesional, que reconozcan el valor del trabajo de enfermería y eviten la pérdida masiva de personal calificado.
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Revisar el régimen jubilatorio, adecuando los años de aporte y edad a las condiciones reales y el desgaste propio de la profesión.
No podemos permitirnos perder a miles de enfermeras y enfermeros por agotamiento, desesperación o violencia. El futuro del sistema sanitario depende de un personal de enfermería cuidado, valorado y con condiciones dignas para ejercer su vocación.
Lic. Sandro Ortega
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