Mientras se discute el avance de la inteligencia artificial y el futuro del trabajo, hay una verdad que no admite debate: el cuidado humano no es reemplazable. Ninguna tecnología puede sustituir la presencia, la decisión ética y el compromiso de quienes sostienen la vida en cada guardia, en cada sala y en cada comunidad.
Y sin embargo, en la Argentina, la enfermería está siendo empujada al límite.
El sistema de salud —público y privado— funciona hoy gracias a una fuerza laboral agotada, invisibilizada y maltratada. Las proyecciones son alarmantes: entre 2026 y 2030 faltarán más de 100.000 enfermeras y enfermeros. A esto se suma el envejecimiento de la planta, con al menos un 17% próximo a jubilarse, y un crecimiento sostenido del abandono profesional.
No es casual.
Es consecuencia de decisiones políticas postergadas, de salarios indignos, de jornadas extenuantes, de pluriempleo forzado y de una desvalorización histórica del rol de la enfermería.
Durante la pandemia, mientras se aplaudía desde los balcones, el 90% de las asociaciones nacionales de enfermería alertó sobre el agotamiento extremo, el estrés crónico, la ansiedad psicológica y la falta de recursos. Pasada la emergencia, llegaron el silencio y el olvido. Hoy, miles de enfermeras y enfermeros se van de la profesión porque nadie puede cuidar si primero es descartado.
Decir que "faltan enfermeras" sin hablar de las condiciones que las expulsan es una forma de violencia institucional.
La enfermería no es vocacional, es profesional.
No es un recurso auxiliar, es una fuerza laboral esencial y estratégica para la salud de la población. Sin enfermería no hay prevención, no hay atención primaria, no hay continuidad del cuidado, no hay sistema sanitario posible.
Por eso exigimos:
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Reconocimiento formal de la enfermería como fuerza esencial del Estado
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Condiciones laborales dignas, seguras y humanas
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Salarios acordes a la responsabilidad que se asume
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Políticas de cuidado para quienes cuidan
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Participación real de la enfermería en el diseño de las políticas sanitarias
Defender la enfermería no es un reclamo sectorial: es una defensa activa del derecho a la salud de toda la sociedad. Cada enfermera que abandona es una alarma que el sistema elige no escuchar.
No hay futuro sanitario sin enfermería.
No hay excusas para seguir postergando.
La enfermería no se reemplaza. Se defiende.
Lic. Sandro Ortega
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