ABSENTISMO LABORAL
Las reducciones de jornada y las bajas amenazan con desbordar Osakidetza
Hay 3.500 empleados en casa por enfermedad cada día y a ellos se suma ahora otro millar que ha recortado el horario, algo inédito en la sanidad
La sanidad pública vasca sufre un nuevo achaque. La mayor empresa de Euskadi -da empleo a más de 30.000 personas- se enfrenta a un problema hasta ahora desconocido. A los 3.500 trabajadores que están de baja todos los días hay que sumar ahora el millar de reducciones de jornada, demandadas en más de la mitad de los casos por el colectivo de enfermeras. Las peticiones para recortar el horario laboral y el absentismo registrado en la red pública han mermado la plantilla de Osakidetza hasta tal punto que los responsables de personal admiten tener «dificultades» para cubrir los huecos y temen que el asunto «nos desborde en el futuro».
El Servicio Vasco de Salud se enfrenta a una situación insólita, que podría complicar el funcionamiento de los servicios al no disponer de una bolsa de trabajo lo suficientemente amplia para garantizar las sustituciones en sectores como el de enfermería, una de las 'patas' imprescindibles de la empresa. Sólo para igualar la media europea, que fija en ocho las enfermeras por cada mil habitantes, haría falta contratar a más de 3.000 profesionales. Osakidetza tiene en nómina actualmente a 10.396 trabajadoras, el grueso de la plantilla.
«Los servicios están razonablemente cubiertos, pero el panorama que nos espera es muy preocupante», reconoce el jefe de Recursos Humanos del Servicio Vasco de Salud, Esteban Ruiz Álvarez. Uno de cada diez empleados de la red pública está de baja, el doble que en la empresa privada y que en las administraciones locales y forales, mientras que cerca de un millar de profesionales -enfermeras (523) y auxiliares (203), en su mayoría- han recortado su horario entre un tercio y la mitad acogiéndose a la Ley de Conciliación de la Vida Familiar y Laboral. Esta normativa ha puesto sobre la mesa una realidad social de la que no se escapa la sanidad pública y que incluso podría llegar a replantear la organización de las plantillas.
Casi siempre mujeres
Reducir las horas de trabajo por guarda legal ya no sólo se pide para cuidar a los hijos o ganar en calidad de vida. Cada vez son más los profesionales sanitarios que se ven obligados a renunciar a una parte importante de su sueldo -una enfermera cobra 30.774 euros brutos- para hacerse cargo de un familiar dependiente. Y casi siempre son mujeres, tres cuartas partes de la plantilla de Osakidetza. «El trabajo a turnos es muy penoso. Resulta prácticamente imposible llevar una vida ordenada si un día estás de mañana, otro de tarde y después te tocan dos noches seguidas», se lamenta la responsable del sindicato de enfermería (Satse), Encarna de la Maza.
Las centrales reclaman a las autoridades sanitarias «medidas efectivas» para conciliar la vida familiar y laboral sin que los empleados tengan que recurrir a la reducción de jornada «como única salida». El equipo anterior barajó incluso la posibilidad de abrir guarderías en los hospitales adaptadas al horario de los trabajadores como una posible solución, pero la idea no prosperó. Algunos han llegado a dar un paso más. Un total de 150 empleados de Osakidetza han renunciado temporalmente a su trabajo en la red pública para cuidar hijos o familiares.
«Los responsables sanitarios tienen que entrar de una vez por todas al fondo de la cuestión. Si faltan profesionales tendrán que dejarse de discursos de cara a la galería y abordar el problema en serio. Si facilitasen los cambios de turno o la adecuación de puestos de trabajo a las necesidades de cada empleado igual conseguíamos recuperar un buen número de profesionales», coinciden los portavoces sindicales.
El jefe de Recursos Humanos de Osakidetza reconoce que «en estos momentos» tiene «más problemas» para sustituir los huecos dejados por las personas que reducen su jornada que para cubrir las incapacidades temporales, al tratarse de un fenómeno más o menos reciente al que no saben cómo hacer frente. Las solicitudes para trabajar menos horas podrían llegar a desbordar un sistema sanitario que tiene en la falta de profesionales un problema endémico.
«Cifra razonable»
El absentismo es otra de las cuestiones que más quebraderos de cabeza produce a los responsables de personal de hospitales y ambulatorios, que suman una plantilla de 32.709 trabajadores. Pese a que el porcentaje de bajas en el sistema sanitario vasco prácticamente duplica al del resto de departamentos -excepto Interior-, Esteban Ruiz sostiene que se trata de una «cifra razonable para el volumen de actividad que desarrollamos». En otras comunidades autónomas se movían en las mismas cifras que Osakidetza hasta que sus responsables decidieron contratar inspectores para controlar a los empleados. Es el caso de Andalucía, donde el absentismo bajó entonces al 4,47% actual. Otro ejemplo es el catalán, donde se registra un 5,4%.
Las autoridades sanitarias vascas hacen una lectura prudente de las estadísticas sobre absentismo, conscientes del malestar que genera entre los sindicatos tocar un tema tan sensible como las bajas laborales, que suponen un gasto de 35 millones anuales para pagar sustituciones. «El absentismo es un indicador que nos preocupa y que controlamos mensualmente, pero también es cierto que la carga física y emocional que soportan los trabajadores sanitarios no es comparable al de otras profesiones», aclara Esteban Ruiz.
El jefe de Personal no quiere ni oír hablar de medidas como la de incentivar económicamente al trabajador que menos falta, planteada por el departamento en la época de Gabriel Inclán. Apuesta por acercar a los trabajadores a su localidad de residencia para evitar accidentes en los desplazamientos o potenciar las Unidades de Salud Laboral. «El envejecimiento de las plantillas y la sobrecarga de trabajo están pasando factura. Si a esto sumamos el hecho de trabajar a turnos, la mala gestión de las plantillas y la falta de motivación por parte de los directivos tenemos el caldo de cultivo perfecto para sufrir una incapacidad temporal», denuncia la portavoz de UGT, Arantza Agote.
Al margen de las causas, Osakidetza ofrece unas condiciones muy ventajosas para coger bajas gracias a un acuerdo alcanzado con los sindicatos. El trabajador que se queda en casa cobra el 100% del sueldo, incluidas las guardias y los pluses por domingos, festivos y noches que no hacen.
_______________________________________
«Prefiero ganar la mitad y poder acostar a mis hijos»
Inmaculada Izurieta | Enfermera en reducción de jornada
Inmaculada tuvo que decidir hace siete años entre trabajar a jornada completa en un hospital o cuidar de su recién nacido. La enfermera vizcaína lo tuvo claro desde el principio. Prefirió quedarse «sin la mitad del sueldo, vacaciones y antigüedad» y pedir una reducción del horario para estar con el pequeño Íñigo el mayor tiempo posible. Ahora lo hacen muchas de sus compañeras del hospital de Galdakao (86) en un «intento desesperado» por conciliar vida familiar y laboral.
Unas renuncian a una importante parte de su sueldo -entre un tercio y la mitad- para atender a sus hijos y otras para cuidar a sus padres. «Llega un punto en que no puedes con todo y tienes que elegir. Por más igualdad que nos quieran vender, las mujeres seguimos llevando el peso de la casa y trabajar a relevos no es que ayude demasiado. Lo que pierdes en dinero lo ganas en calidad de vida», reconoce. El envejecimiento de las plantillas también ha contribuido a que aumenten las peticiones de reducción de jornada.
Hacer los deberes
Enfermera de quirófano, Inmaculada trabaja siempre en los turnos de mañana y noche para tener las tardes libres. «Como vivo relativamente lejos del hospital prefiero hacer la jornada completa y acumular días de libranza para estar con mi familia. Es la única forma de llevar una vida acorde con la de tus hijos. De poder ir a las reuniones del colegio, de ayudarle con los deberes, acostarles...», explica. Dice que el trabajo de enfermera, y de los sanitarios en general, «quema mucho física y psicológicamente». «Estamos sobrecargadas de trabajo y los horarios son muy penosos. Nadie sabe lo que es hasta que le toca», mantiene.
Por circunstancias personales -su marido se quedó en paro el pasado mes de enero-, Inmaculada ha tenido que volver a trabajar a jornada completa siete años después de pedir la reducción. Pero lo tiene muy claro. «En cuanto mi esposo encuentre un empleo más o menos estable, vuelvo a trabajar media jornada. Mi problema son las tardes, porque el resto del tiempo lo tengo cubierto. Tal y como están las cosas ahora resulta imposible atender a los hijos, a los padres, llevar una casa y trabajar a turnos. Lo raro es que no se pidan más reducciones para poder conciliar de verdad la vida familiar y la laboral», reflexiona.

No hay comentarios:
Publicar un comentario