HISTORIAS DE VIDA DIARIO POPULAR
http://www.popularonline.com.ar/nota.php?Nota=578900
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Está jubilada, pero lucha contra las infecciones intrahospitalarias
MARÍA DEL CARMEN CON LA FOTO DE SU HIJO, HUGO, MUERTO POR UNA INFECCIÓN INTRAHOSPITALARIA.
"Mami, ¿las enfermeras son las mamás del hospital?" preguntó un día su hijo Hugo, que por entonces tenía 4 años. La "mami" era María del Carmen Palomeque de Francos, quien recuerda con emoción aquel episodio y espera, parada en la vereda del dolor, que los preceptos elementales de la enfermería se mantengan inalterables tal como los ha enseñado a lo largo de su vida profesional, con el propósito que no haya más infecciones intrahospitalarias como la que el año pasado le arrebató a su querido Hugo, el mismo que 60 años atrás le había trasladado aquella inocente inquietud infantil.
"Y sí, las enfermeras somos un poco las madres de los hospitales" vuelve a contestar María del Carmen a la misma pregunta hoy formulada por HISTORIAS DE VIDA en su casa de Caseros. "En parte -acota- cumplimos la misma función", aunque considera en su definición más profunda que enfermera "es una soñadora que vive para la humanidad".
Si hay algo que María del Carmen domina es, justamente, el arte de la enfermería, una disciplina que aprendió en la Fundación Eva Perón a principios de la década del 50 y que le permitió enseñar y formar discípulas a lo largo de 36 de los intensos 82 años que lleva vividos, en los cuales, por ejemplo, vio nacer lo que fue la Dirección de Emergencias Sociales y la escuela de enfermería del Hospital de Ezeiza.
"Emergencias Sociales se llamaba Aviación Sanitaria cuando empezamos a armarla con el doctor Ernesto Escudero. Volábamos con aviones DC 3 con los que íbamos a cualquier lugar del país donde hubiera una urgencia" rememora esta mujer que por esos años empezó a observar que las aeronaves en que traían a Buenos Aires a enfermos infecciosos, no reunían todas las condiciones de asepsia.
La cara, a pedazos
Así, observó que los aviones tenían cortinas en las que podían quedar alojadas bacterias y gérmenes de los pacientes como aquel joven leproso que trasladaron desde Formosa y del que todavía recuerda impresionada "como por su enfermedad se le caían pedazos de la cara".
No imaginaba por entonces María del Carmen que las prevenciones no debidamente tomadas iban a tener que ver con la muerte de su hijo, a quien acompañó durante los 41 días de su internación, que culminaron cuando una severa complicación derivada de una infección intrahospitalaria acabó con su vida.
"Desde ese día lo que más me importa es tratar de advertir sobre los riesgos que se produzcan esas infecciones y para lo cual las enfermeras tanto pueden hacer simplemente cumpliendo con las normas que garanticen mantener las condiciones de esterilidad", planteó.
Para María del Carmen hay muchas cosas para cambiar en hospitales y sanatorios para mantener a raya las infecciones. "Las puertas no deben tener picaportes, barbijos para todas las enfermeras que no deben usar anillos y tener el cabello recogido como imponen las normas. Si a esto se le suma un mayor control a las empresas a cargo de la limpieza e higiene -apuntó- habría muchos menos peligros".
Su preocupación es que muchos cuadros complicados y, cuando no, muchas muertes, guardan relación con esta falta de cuidados, tópico que quienes fueron sus alumnas a lo largo de casi cuatro décadas incorporaron plenamente durante su formación.
La clave, precisó, reside en "seguir aprendiendo" porque en los centros de atención, afirmó, "no todo termina con la nueva tecnología". Algo que ahora las mamás de los hospitales, como decía sesenta años atrás su hijito Hugo, deben tener muy en cuenta.
"Y sí, las enfermeras somos un poco las madres de los hospitales" vuelve a contestar María del Carmen a la misma pregunta hoy formulada por HISTORIAS DE VIDA en su casa de Caseros. "En parte -acota- cumplimos la misma función", aunque considera en su definición más profunda que enfermera "es una soñadora que vive para la humanidad".
Si hay algo que María del Carmen domina es, justamente, el arte de la enfermería, una disciplina que aprendió en la Fundación Eva Perón a principios de la década del 50 y que le permitió enseñar y formar discípulas a lo largo de 36 de los intensos 82 años que lleva vividos, en los cuales, por ejemplo, vio nacer lo que fue la Dirección de Emergencias Sociales y la escuela de enfermería del Hospital de Ezeiza.
"Emergencias Sociales se llamaba Aviación Sanitaria cuando empezamos a armarla con el doctor Ernesto Escudero. Volábamos con aviones DC 3 con los que íbamos a cualquier lugar del país donde hubiera una urgencia" rememora esta mujer que por esos años empezó a observar que las aeronaves en que traían a Buenos Aires a enfermos infecciosos, no reunían todas las condiciones de asepsia.
La cara, a pedazos
Así, observó que los aviones tenían cortinas en las que podían quedar alojadas bacterias y gérmenes de los pacientes como aquel joven leproso que trasladaron desde Formosa y del que todavía recuerda impresionada "como por su enfermedad se le caían pedazos de la cara".
No imaginaba por entonces María del Carmen que las prevenciones no debidamente tomadas iban a tener que ver con la muerte de su hijo, a quien acompañó durante los 41 días de su internación, que culminaron cuando una severa complicación derivada de una infección intrahospitalaria acabó con su vida.
"Desde ese día lo que más me importa es tratar de advertir sobre los riesgos que se produzcan esas infecciones y para lo cual las enfermeras tanto pueden hacer simplemente cumpliendo con las normas que garanticen mantener las condiciones de esterilidad", planteó.
Para María del Carmen hay muchas cosas para cambiar en hospitales y sanatorios para mantener a raya las infecciones. "Las puertas no deben tener picaportes, barbijos para todas las enfermeras que no deben usar anillos y tener el cabello recogido como imponen las normas. Si a esto se le suma un mayor control a las empresas a cargo de la limpieza e higiene -apuntó- habría muchos menos peligros".
Su preocupación es que muchos cuadros complicados y, cuando no, muchas muertes, guardan relación con esta falta de cuidados, tópico que quienes fueron sus alumnas a lo largo de casi cuatro décadas incorporaron plenamente durante su formación.
La clave, precisó, reside en "seguir aprendiendo" porque en los centros de atención, afirmó, "no todo termina con la nueva tecnología". Algo que ahora las mamás de los hospitales, como decía sesenta años atrás su hijito Hugo, deben tener muy en cuenta.
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