21 mar 2012

Abogada dice que enfermeros uruguayos mataban por perversión o por piedad

Los enfermeros que confesaron 16 homicidios de pacientes actuaron
movidos por la perversión en un caso y por piedad en el otro, según la
abogada defensora de uno de ellos, en un sórdido caso que genera
alarma a la población y las autoridades sanitarias de Uruguay.

Los motivos de Ariel Acevedo, de 46 años, procesado el domingo con
prisión tras confesar 11 homicidios en un CTI (Centro de Tratamiento
Intensivo) neuroquirúrgico de la clínica privada Asociación Española,
"era que no sufrieran más", afirmó su abogada defensora, Inés
Massiotti, a radio El Espectador.

La abogada -que ha indicado que conoce al imputado desde hace 20 años-
relató que su defendido le dijo: "Inés, hace 20 años que trabajo en el
CTI y vi morir a miles de personas. ¿Qué me paso? No lo sé, creo que
me creí Dios".

Acevedo habría agregado: "No me creo Dios, pero ahora me doy cuenta
que me equivoqué y actué como si fuera Dios (...) Estoy arrepentido",
aseguró Massiotti.

En cambio, sobre Marcelo Pereira, procesado por cinco muertes en el
hospital público Maciel, Massiotti aseguró que es "un perverso".

Según la abogada, Pereira habría dijo durante la audiencia: "Estos
viejos de mierda que los baño y a las dos horas se cagan y se mean, se
tienen que morir de una vez, están rompiendo mucho las pelotas
(molestando)".

Ni las autoridades sanitarias ni la Policía han manejado cifras o
períodos en los que habrían actuado criminalmente los enfermeros, que
trabajaban desde hace más de una década en la salud, lo que alienta
los temores de que las víctimas puedan ser decenas o incluso centenas.

El teléfono de la Unidad de Información al usuario del Ministerio de
Salud Pública de Uruguay no ha cesado de sonar, con angustiosos
llamados de familiares de fallecidos en los dos hospitales donde
trabajaban los enfermeros.

"Me dan mucho asco, y asco la gente que los tapó, que los protegió,
que los apañó, porque detrás de ellos tiene que haber algún
responsable", dijo a la AFP Miriam Rodríguez, hija de Santa Gladys
Lemos, cuyo asesinato la semana pasada permitió detener a los
enfermeros.

Lemos, una diabética de 74 años, acababa de recibir el alta cuando
murió sorpresivamente, lo que alertó a los investigadores, que
ordenaron una autopsia.

Los familiares de Lemos se enteraron el domingo que su muerte no había
sido natural. "El juez nos dijo que había muchas personas, decenas,
decenas de muertes", aseguró Miriam.

Quienes murieron en el Maciel -en la unidad de cuidados intermedios-
fallecieron debido a la inyección de drogas. Mientras, los de la
Asociación Española --una de las clínicas más grandes del país y donde
trabajaban los dos acusados y otra enfermera acusada de
encubrimiento-- murieron por inyección de aire en las venas.

El ministro del Interior, Eduardo Bonomi, afirmó el lunes que la
hipótesis policial que manejan los investigadores del caso es que los
enfermeros no actuaron en conjunto.

Pero "sí sabían que los dos estaban haciendo lo mismo", dijo Bonomi a
periodistas. "Incluso hasta como que había una suerte de competencia,
pero no estaban haciendo y planificando lo mismo", explicó.

El ministro agregó que el período en el que se cometieron los
asesinatos "es mucho más prolongado de lo que se cree".

Aseguró además que si bien la Policía venía investigando el caso desde
enero, el último homicidio "no se pudo haber evitado".

Enfermeros aprovechaban emergencias para sustraer drogas para matar

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Los enfermeros aprovechaban emergencias en los hospitales para
sustraer drogas que luego usaban para cometer sus crímenes, dijeron
las autoridades sanitarias uruguayas.

El viceministro de Salud Lionel Briozzo explicó que si bien en los
centros sanitarios existe registro y control del uso de los
medicamentos, cuando sobreviene una emergencia -como un paro
cardiorrespiratorio o una hemorragia masiva- "se instauran medidas
inmediatas de reanimación (y) el contralor queda de lado frente a la
importancia de dar medicación de inmediato para salvar la vida".

"Esas ventanas en las cuales la atención en salud prima por sobre el
control" eran "ventanas que estos delincuentes con intencionalidad de
hacer daño aprovecharon para adueñarse, según lo que dijo el juez,
guardarlas y utilizarlas después en los procedimientos de asesinato",
reveló.

Según Briozzo, los controles "en términos genéricos de la medicación
dada no fallaron. Lo que sí falló" fue "que había personas que en vez
de estar reanimando gente estaban especulando cómo robar medicamentos
para guardarlos y después dar muerte a otras personas".

El ministerio de Salud Pública (MSP) comenzó el martes investigaciones
administrativas en los sanatorios donde ocurrieron las muertes y está
recibiendo asesoramiento de parte de técnicos de la Organización
Panamericana de la Salud (OPS).

El representante de OPS en Uruguay, Eduardo Levcovitz, dijo a
periodistas que la experiencia muestra que "el asesinato serial en los
servicios de salud no es totalmente infrecuente".

Entre las medidas que estudia el MSP está la posibilidad de instalar
cámaras en algunos sitios para registrar los tratamientos que reciben
los pacientes internados, que funcionarían como "cajas negras".

aic-gfe/pz

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