5 sept 2012

Nacional - SALUD La falta de evidencias forenses no librará a enfermeros de la prisión

La Justicia cree tener pruebas suficientes para condenar a ambos

El caso del enfermero Marcelo Pereira está parcialmente aclarado. Además de confesar que asesinó a cinco pacientes inyectándoles morfina, las pericias forenses concluyeron que una de sus víctimas, Gladys Lemos, murió producto de la lidocaína y la morfina que le suministró. Sin embargo, el caso de Ariel Acevedo, el otro enfermero que confesó haber matado a 10 pacientes, es más complejo: hay denuncia, testimonios y confesión, pero faltan pruebas periciales.

Fuentes vinculadas al caso explicaron que esto no cambia el panorama presente desde el comienzo de la investigación y que Acevedo puede ser condenado también sin ese tipo de pruebas.

Los peritos no lograron encontrar pruebas que incriminen a los enfermeros en la mayoría de las historias clínicas de las 15 presuntas víctimas reconocidas por Pereira y Acevedo, informó ayer El País.

Domingo Mederos, integrante del tribunal forense, informó a El Observador que aún no han estudiado todas las historias. "De los casos que hemos estudiado, solo Lemos presentó lidocaína y morfina", aseguró. Las historias clínicas de 11 pacientes no registran estas sustancias. El forense indicó que aún resta el estudio de tres casos.

La presencia de lidocaína en Lemos fue registrada en la primera pericia toxicológica que se le realizó al cadáver. En la segunda pericia apareció la morfina, explicó Mederos. Lemos fue la única víctima a la que se le realizó una autopsia. La confesión y la pericia forense son pruebas suficientes para determinar que Pereira es el autor de este homicidio, explicaron fuentes judiciales a El Observador. Sin embargo, aún no hay pruebas periciales que complementen la confesión de Acevedo, quien, según declaró ante el juez, le inyectaba aire a sus víctimas. Otro forense vinculado al caso explicó a El Observador que "es prácticamente imposible rastrear si una persona murió por una inyección de aire". No hay registro de ello en las historias clínicas y, a su vez, no hay elementos técnicos para verificarlo, en caso de que se decida exhumar el cuerpo de las víctimas.

El valor de la confesión
"Podía ser que en un mes no hiciera nada y que en otro actuara dos o tres veces (…) Lo hacía para que ellos y sus familiares dejaran de sufrir", confesó Acevedo ante el juez Rolando Vomero. Miguel Langón, catedrático de Derecho Penal, grado cinco la Universidad de la República (Udelar), explicó que en este caso es determinante "el valor de la confesión". "Antiguamente la confesión era la reina de las pruebas", explica Langón, para quien la situación ya no es la misma. La confesión debe haberse realizado sin "coacción, amenazas o promesas" y ante la presencia del juez y el defensor del imputado, según el Código del Proceso Penal. Langón explicó a El Observador que la confesión debería "reunir todos estos elementos" y además debería estar "acompañada de algún otro elemento, de lo contrario, yo podría ir ante el juez con mi abogado y, sin que nadie me prometa nada ni me amenace, podría decir que maté a Kennedy. Pero no por eso me van a meter preso". Según el catedrático, "hay que tener en cuenta también las condiciones psicológicas del que declara" y "cómo se articula la confesión con otras pruebas". En el caso de Acevedo, el enfermero declaró ante el juez en las condiciones que exige la ley. A su vez, de la pericia psiquiátrica surgió que tenía conciencia y voluntad de sus actos. Y hay otras pruebas que se articulan con su confesión.

Acevedo trabajaba en el Centro Neuroquirúrgico de la Asociación Española. Una de sus compañeras, Andrea Acosta, declaró ante el juez que Pereira y Acevedo sabían lo que hacía el otro y tenían una especie de "competencia" por la cantidad de muertes. El 16 de marzo la Justicia encontró en el celular de Pereira un mensaje de una enfermera que, en alusión a Acevedo, decía: "Decile que respete al de la cama cinco. Que no lo toque". La mujer fue procesada con prisión por complicidad. Por último, el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, declaró en el Parlamento que el 15 de enero una enfermera concurrió a la Policía para denunciar que en el Maciel y en la Española había escuchado decir que unos enfermeros asesinaban pacientes. Germán Aller, profesor de Derecho Penal y Criminología de la Udelar, dijo a El Observador que "la prueba se integra de muchas cosas; una parte es lo pericial, y en este caso no sería del todo concluyente; después está el resto de la prueba".

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