7 oct 2012

Los enfermeros trotan

El staff de enfermería del hospital Álvarez denuncia las dificultades a las que se enfrenta como consecuencia del grave déficit de personal. Organizaciones del sector también reconocen y señalan la problemática.


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La falta de personal de enfermería parece ser un problema "silenciado" por las autoridades responsables.

Un hombre de ambo azul sale trotando del pabellón B -"Internación/Quirófanos"- e ingresa, también al trote, al pabellón A –"Internación/Clínica"- del Hospital Álvarez, en el que, desde enero (cuando un incendio afectó el pabellón D, donde originalmente se encontraba la sala de guardia), funciona una pequeña guardia improvisada. "Ese muchacho es un enfermero", explica Beatriz Godoy, que también es enfermera en el hospital y prefiere ser llamada Betty. En este nosocomio, como en todos los hospitales del país, existe un importante déficit de enfermeros, por lo que el personal está sobreexigido, y sus miembros pasan de un paciente a otro, sin respiro. En el Álvarez, por tanto, los enfermeros trotan.

 

Betty es enfermera voluntaria, tiene 73 años y sonríe mucho. Hace 50 que trabaja en el Álvarez. Fue testigo de la progresiva disminución del personal de enfermería que, en las últimas décadas, ha afectado el funcionamiento y perjudicado la calidad del sistema hospitalario nacional. "Tenemos un déficit amplísimo porque cuando una enfermera se va de vacaciones, o muere, o se jubila, no la reponen. Y así pasamos de un plantel que hasta hace algunos años contaba con más de 500 enfermeras, al actual, que no llega a las 200. Hoy en día necesitaríamos alrededor de 500 enfermeras más", detalla Betty mientras guía a este cronista por las calles internas del hospital.

 

La construcción del Álvarez es antigua –cumplió 115 años-, con pabellones separados y repartidos en un terreno de dos hectáreas (a diferencia de lo que sucede en hospitales modernos, que generalmente funcionan en un edificio centralizado con circulación interna entre los distintos pabellones). Los números que calcula Betty no se alejan mucho de los que maneja el Departamento de Estadística y Personal del Hospital. De acuerdo con esos datos, en el Álvarez trabajan 415 médicos y 190 enfermeros que atienden, por mes, una media de 41 mil pacientes ambulatorios y 700 internados. La relación -no hace falta ser un experto en matemática- supera los dos médicos por cada enfermera que trabaja en el hospital.

 

La Sociedad Argentina de Enfermería (SAE) plantea que, a nivel nacional, la relación médicos/enfermeros es de ocho doctores por cada miembro del personal de enfermería, cuando debería ser a la inversa. Para decirlo de una manera sencilla: hay más médicos que enfermeras cuando, en términos ideales, debería haber más enfermeras que médicos. Desde el Departamento de Personal del Álvarez plantean, al igual que Betty, que se necesitan al menos 500 enfermeros más para brindar una correcta calidad de atención.

 

Que menos de 200 enfermeros deban realizar el trabajo calculado para 700 implica una situación en la que el personal de enfermería se ve ampliamente sobrecargado. Dice Betty: "Muchas veces los enfermeros, por falta de compañeros, por falta de personal, se tienen que quedar doble turno. Y esto lleva a que en muchas ocasiones se enfermen por tener tanto trabajo, tanta responsabilidad. Tendrían que atender cuatro o cinco camas, y a veces están atendiendo 10 o 12, y llega un momento en que algún enfermo se pone más grave, porque no pueden atender debidamente a todos". Por eso, aclara, están desesperados por más nombramientos, porque la situación afecta la salud y el trabajo del enfermero, y la salud y atención que recibe el enfermo.

 

Betty, que sonríe mucho, ahora no sonríe. La situación la preocupa. Pero al menos –si es que sirve de consuelo- Betty no es la única que está preocupada. Iván Sotomayor también es enfermero en el Hospital Álvarez y trabaja en "Internación Clínica" y en vacunación. Es joven, pero luce cansado: "agotado", dice él. Sotomayor trabaja doble turno; casi no hay enfermero que no lo haga. "El personal se ve afectado por la sobreexigencia, tanto mental como físicamente. Hay enfermeras con fuertes dolores de columna, y la gran mayoría sufre problemas de estrés. Eso es producto de estar continuamente exigido y pensando en las tareas que hay que realizar sin los instrumentos ni el personal suficiente", dice, y entonces se entiende por qué luce agotado.

 

Esta sobreexigencia tiene sus consecuencias también en lo que atañe a la prestación del servicio hospitalario: "Principalmente, hay una pérdida en la calidad de atención. Si un enfermero tiene que atender la cantidad de pacientes calculados para dos o tres, merma la atención dedicada a cada paciente y al trabajo en general", dice Sotomayor. Y amplía: "Apurarse implica riesgos. Hay muy buenos profesionales, pero son humanos, y hacer las cosas rápido puede llevar a que cometan errores. Sin necesidad de llegar al extremo de la muerte, se pueden provocar secuelas en el paciente o aumentar su tiempo de internación".

 

En el vacunatorio (un trailer ubicado en el estacionamiento, detrás del pabellón C –Internación-) a Sotomayor lo esperan 15 pacientes. Tiene que apurarse. No puede hablarles, calmarlos si están tensos, explicarles la situación. Tiene que apresurarse y no le gusta hacerlo.  El enfermero plantea, además, otro problema que es consecuencia de la falta de personal y que está ligado a la celeridad con la que debe trabajar: existe un alto riesgo de "automatizar" las tareas, lo que puede llevar a que se cometan errores graves. Y pone un ejemplo: "Un enfermero en un hospital privado –prefiere no especificar nombres- sabía que el potasio venía en un paquetito verde y el cloruro de sodio en un paquetito rojo. Un día cambiaron los colores y, como lo tenía tan automatizado, usó potasio en vez de sodio y mató a un paciente".

 

En cuanto a las causas del déficit de enfermeros y enfermeras, las opiniones de Betty e Iván Sotomayor se complementan. Por un lado, el sueldo es bajo, mientras que el grado de explotación es alto. La carrera de enfermería tiene grado universitario y dura tres años; los bajos salarios y la necesidad de trabajar dobles turnos desmotivan a los jóvenes con ganas de estudiarla. "La relación sueldo/explotación no es la adecuada", dice el enfermero y ríe con resignación. Además, explica: "La enfermería está vista como una profesión de poca autonomía. Los enfermeros son vistos más como mucamas que como profesionales de la salud, más relacionados con el confort que con el cuidado médico. El enfermero no sólo baña a los enfermos o les hace la cama; está capacitado para hacer muchas tareas médicas sin que sea necesaria la presencia de un médico en la habitación: poner sueros, colocar respiradores, dar inyecciones, etcétera".

 

Betty lo respalda; ella conoce la historia: "Hace algunos años, las enfermeras se dedicaban al paciente y estaban las mucamas que eran las que los cambiaban, los lavaban y hacían ese tipo de cosas. Ahora no, la enfermera hace todo: de mucama y de enfermera. Así se ahorran sueldos, pero se sobrecarga al personal".


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