
EN BANCO DE ALIMENTOS NECESITAN VOLUNTARIOS. SON MUCHOS KILOS 650 MIL KILOS ANUALES PARA NO MÁS DE 20 VOLUNTARIOS, EN SU MAYORÍA JUBILADOS. DE IZQUIERDA A DERECHA, FRANCISCO ALCARAZ, ANTONIO MALDONADO Y JUAN GUTIÉRREZ.
REPORTAJE. Javier Pérez
Un Banco para alimentarlos a todos
Las persianas azules de los soportales de Banco de Alimentos son un buen comienzo.
  Hay movimiento de personas y vehículos. Allí está Juan Gutiérrez,   el segundo de abordo de  la Fundación, que me saluda familiamente y   anuncia que Antonio Maldonado, el Presidente, no está, que hay que   esperar.
  Aprovecho para husmear. Veo un cargamento de agua   mineral, cajas de cartón sin abrir y una pequeña sala donde se guardan   productos envasados. Me encuentro a Pepe, un vecino de La Gorgoracha. Me   cuenta que viene una vez en semana, que hay que ayudar. Lo hace sin   darse importancia. Paseo por el almacén mientras Juan atiende algunas   llamadas. «Hacen falta más voluntarios», me dice. Son dos toneladas de   ayuda diaria, alimentos perecederos incluidos, que hay que repartir muy   rápido.
  La función de Banco de Alimentos es recoger   excedentes alimentarios y repartirlos entre las instituciones o   asociaciones legalmente constituidas. El presidente de la Fundación,   gestor de los recursos generados en la Costa y la Alpujarra, lo quiere   dejar claro: «no repartimos alimentos a personas físicas». La gestión   personal de las entregas se realiza, básicamente, a través de los   servicios sociales de los ayuntamientos. Eso ha evitado solapamientos y   optimizado los recursos. Algunos zonas del norte de Granada, han   reducido espectacularmente la ayuda alimentaria desde que los servicios   sociales muncipales gestionan las entregas, «y las necesidades están   perfectamente atendidas».
  Hace unos años se acercaban al Banco entidades que   atendían, fundamentalmente, a inmigrantes. Ahora la película tiene más   protagonistas. Aunque con argumentos que se repiten. Por ejemplo, Motril   Acoge, la asociación para la difusión y defensa de los derechos de los   inmigrantes,  reparte alimentos a más de un centenar de familias, la   mayoría de origen subsahariano. Mientras hablamos, llegan de Stop   Deshaucios buscando ayuda alimentaria  para una familia. Los pequeños   casos también son grandes, y urgentes.
  Días de 2 toneladas
  Las cifras hablan. En 2005 se donaban 50 000 kilos   anuales, ahora se sobrepasan los 600 000, la mayoría frutas, verduras y   hortalizas. Dos años atrás,  un pequeño almacén de 10 metros cuadrados   era suficiente para guardar las legumbres, las conservas, el aceite… Hoy   disponen de naves frigoríficas y almacenes cedidos por los   ayuntamientos de Motril y Salobreña, que permiten repartir casi 2   toneladas diarias de alimentos. Durante el 2012, en la provincia de   Granada se distribuyeron 5500 toneladas de productos no perecederos,   este año se superará esa cifra, incluido el millón de kilos procedente   del Fondo Europeo de Garantía Agraria, que se canaliza a través del   Ministerio de Agricultura. Pero siguen siendo insuficientes, nos   advierte Francisco Alcaraz, voluntario desde hace un año. Aunque la   campaña de cuestación entre supermercados tuvo tanto éxito que el   almacén se colapsó el primer día. Habían calculado  8 ó 10 000 kilos por   la campaña y se recogieron más de 30 toneladas. El Presidente dice   sentirse agradecido y orgulloso de la ciudad y la gente de la comarca,   «Hay conciencia de la penuria de muchas familias, de que le puede pasar a   cualquiera». «Sabía que la gente era solidaria pero no podía imaginar   que tanto», añade. Por algo la Fundación en Granada concedió su Premio   Solidario 2012 a toda la sociedad granadina.
  El campo solidario
  La otra cara de la moneda. La generosidad del   empresario agrícola de la Costa y la Alpujarra es tan extraordinaria que   la fundación «es más donante que receptora», lo que le permite    intercambiar productos frescos con otros Bancos de Andalucía. Hay una   empresa que aporta cerca de 150 000  kilos anuales de fruta y verdura .   «Una señora, que lleva una temporada trayéndonos tomates, nos ha   telefoneado hace un momento para que fuéramos a recogerlos porque hoy no   podía venir», cuenta Francisco. Las donaciones son tantas que a   comienzos de verano fue inevitable que regalaran dos palés de hortalizas   a una granja de animales.
  Esa misma generosidad permite a la Fundación Banco   de Alimentos gozar de cierta salud económica gracias a las aportaciones   de empresas y particulares. Así pueden seguir ofreciendo sus impagables   servicios. Y para muestra, varios botones: esa misma mañana se acercaron   algunos donantes para ingresar 200, 100 ó 60 euros. Cualquiera. Y lo   que se pueda. Hay que mantener un camión, tres furgonetas y  hacer   realidad el sueño de adquirir una pequeña grúa que facilite los trabajos   de carga y descarga.
  A punto de acabar, Antonio pide «un huequecillo»   para solicitar voluntarios. «Gente joven y fuerte», matiza contundente.   Son muchos kilos 650 000 kilos anuales «movidos a mano» por no más de 20   voluntarios, en su mayoría jubilados. Todos hacen de todo: atender el   telefóno, solventar papeleos, descargar, cargar y ordenar mercancías,   con la furgoneta de aquí para allá cuando las entidades no pueden   recoger la ayuda. «Hay que mover mucha caja», dice Francisco mientras me   enseña sus brazos, «los tengo hechos peazos».
   
 
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