8 dic 2014

Los mártires de la polio

En menos de tres años han sido asesinados 77 trabajadores de campañas de vacunación. La polio se aleja de la erradicación por culpa de los ataques armados contra sanitarios.

Javier Salas


Un miembro de los servicios de seguridad vigila la zona en la que un sanitario administra la vacuna de la polio a un niño en Pakistán. / AKHTER GULFAM (EFE)

La semana pasada, dos hombres armados montados en una motocicleta ametrallaban una furgoneta de la iniciativa contra la polio en Pakistán matando a cuatro de sus trabajadores. No es un ataque aislado, sino un episodio más de la violenta oposición que sufren las campañas para combatir esta terrible enfermedad que sigue torturando a niños en un puñado de países por culpa —en buena medida— de esta sangrienta guerra que grupos armados le declararon a los vacunadores: en menos de dos años y medio han muerto asesinadas 67 personas implicadas en las campañas contra la polio (enfermeras, empleados de la OMS, funcionarios, policías, etc.) en Pakistán y otras 10 en Nigeria en parecidas circunstancias.

En 2012, mataron a 11 personas; en 2013, a 21; y en lo que va de 2014 ya han fallecido, generalmente a tiros, 34 trabajadores implicados en estas tareas. "Los ataques a los equipos y médicos asociados a los trabajos contra la polio han tenido lugar con varios niveles de gravedad en el pasado. Sin embargo, los ataques organizados más serios comenzaron en julio de 2012 y desde entonces los equipos que combaten la polio han sido víctimas de ataques violentos con regularidad", explica Ayesha Raza, responsable de la erradicación de esta enfermedad del Ministerio de Sanidad de Pakistán. En sus documentos de trabajo, el Gobierno habla de "mártires" de la causa.

La mayor parte de los casos que polio registrados en todo el mundo se dan en dos provincias de Pakistán

Como consecuencia, Pakistán es el único país en el que el número de casos no para de crecer: en 2013 se habían registrado 63 a estas alturas del año y en 2014 ya son 260. Este país ha pasado de contar con uno de cada cuatro enfermos del mundo a representar más del 80% de los casos globales. Y la mayoría se dan en dos provincias, FATA (administración tribal) y Khyber Pakthunkhwa, limítrofes con Afganistán, el tercer país junto a Nigeria en el que el virus es endémico (cuando una epidemia se mantiene a lo largo de mucho tiempo en una región). En esas dos regiones se da el 84% de los casos pakistaníes y el 82% de los asesinatos contra la vacunación. Allí, casi 300.000 niños de menos de cinco años que no han recibido la vacuna están amenazados de contagiarse.

El atentado de la semana pasada ha llevado a la huelga a los trabajadores dedicados a las campañas de vacunación, que son empleados por cada país con el apoyo de UNICEF — que suministra las vacunas, la formación, las herramientas de las campañas, la cadena de frío— y la OMS, que realiza el seguimiento y apoya con logística. En total, unas 200.000 personas están implicadas en esta iniciativa en Pakistán. Sin ellos, los planes se estancan: hace solo diez días se había lanzado el objetivo de acabar con la polio al terminar 2015 y se había alcanzado un acuerdo con Afganistán para colaborar en la eliminación de esta amenaza para la vida de los niños.

Pakistán ha exportado el virus a China, Afganistán, Siria, Irak, Israel, Gaza y Egipto.

El objetivo de acabar con la poliomelitis está muy cerca desde hace tiempo: la OMS consideró que podría erradicarse en 2000, luego retrasó el objetivo a 2005 y más tarde a 2008 y 2015. En la actualidad, sus planes pasan por librar a los niños de esta amenaza en 2018. Si se piensa en los 350.000 casos de 1988 que se repartían por 125 países, los 416 casos de 2013 parecen un pequeñísimo paso hacia la erradicación. Basta con vacunar a los niños para evitar que se contagien. "Claramente Pakistán es el único país que en la actualidad se considera desencaminado para cumplir con los plazos. Esto se debe esencialmente a que la vacunación aún no se ha reiniciado en algunos rincones de ese país", explicaba Bruce Aylward, responsable de polio en la OMS, al anunciar en mayo que se declaraba una alerta mundial por el aumento de número de casos.

Pakistán se ha convertido en un problema global porque está exportando el virus: los niños que no se vacunan allí han terminado llevando el problema hasta la puerta de Europa. Los casos que se dan en Afganistán provienen en su mayoría del país vecino. Pero Pakistán también es el origen de los casos (o presencia del virus) registrados en China, Egipto, Israel, Gaza, Irak y Siria. Y cualquiera que se contagie en estos países puede llevar a la polio Europa, donde esta enfermedad parece una mala pesadilla del pasado, pero en la que viven 12 millones de niños y jóvenes sin vacunar (80.000 menores de cinco años en España).

Los cinco atentados que mataron a 30 personas entre enero y marzo de este año obligaron a replantearse las cosas. Medidas dirigidas a garantizar la seguridad de los vacunadores, como impedir el tráfico de motocicletas en el entorno de trabajo de estas campañas, lograron frenar las muertes durante varios meses. En su mayoría, de trata de añadir más efectivos policiales y militarizar más estas vacunaciones, que muchas veces se realizan casi por la fuerza, casa por casa, en regiones en las que el uso de la fuerza por parte del Gobierno es especialmente discutido. El viernes pasado, dos de estos vacunadores recibieron una paliza en Lahore tras visitar por segunda vez una casa en busca de niños a los que vacunar.

En Nigeria la situación era muy similar a la de Pakistán pero el Gobierno ha logrado atraer para la causa, con gran éxito, a los líderes religiosos y tribales

En este contexto, conviene fijarse en el caso de Nigeria, donde el virus también es endémico pero en visible retroceso: han logrado reducir los 53 casos de 2013 hasta los 6 de este año. Y eso a pesar de una gran resistencia de líderes militares y religiosos de las incontrolables zonas del norte del país: en 2013, murieron 10 vacunadoras en dos ataques atribuidos al grupo fundamentalista Boko Haram. Y todo gracias a un planteamiento mucho más sibilino: si no puedes con tu enemigo, haz que se sume a tu campaña.

En Nigeria, las campañas de vacunación se enfrentaban a los mismos recelos, prejuicios, malos entendidos y dañinos bulos que en Pakistán. Uno de los más extendidos considera que la vacuna que se deja caer en la boca de los niños forma parte, en realidad, de un plan para esterilizarles. Sin embargo, un astuto programa lanzado en 2010 por el Ministerio de Sanidad ha logrado tumbar muchos prejuicios. Se creó un equipo de expertos, la mayoría científicos musulmanes, para tratar de identificar los problemas para llegar a las comunidades más recelosas. La clave estaba en los líderes tribales.

"Acercarse a los líderes religiosos a través de un grupo humano en el que ellos confían y respetan resultó ser el eslabón perdido en la campaña para la erradicación de la polio en Nigeria", explican los responsables de esta campaña en un estudio científico publicado en agosto. Ese eslabón perdido era los jefes tribales, a los que ganaron para la causa. Con su apoyo, vencieron las resistencias de los más fanáticos líderes religiosos, que pasaron de ser el mayor obstáculo a un aliado inmejorable: "La influencia de los líderes religiosos en el norte de Nigeria fue enorme. En las comunidades musulmanas de Nigeria, las cuñas de radio y televisión, e incluso una película usadas para la campaña, no fueron tan poderosas como los sermones del viernes y las conversaciones posteriores a la oración para la movilización de la comunidad", explican los líderes de esta campaña.

Los líderes religiosos del norte de Nigeria han pasado de condenar las vacunas a recomendarlas en sus sermones de los viernes

En Pakistán, la situación es más compleja desde que la CIA decidió fingir campañas de vacunación para dar con Osama bin Laden en Khyber Pakthunkhwa, la misma región que ahora sufre buena parte de los ataques contra los vacunadores. Unos meses después de su muerte, comenzaron los atentados, después de saberse que un espía de EEUU se hizo pasar por médico, montando una vacunación falsa para conseguir ADN de algún familiar de Bin Laden que pudiera probar que estaba en la zona.

Este episodio complicó terriblemente el trabajo de los sanitarios, pero el Gobierno ha decidido seguir el ejemplo nigeriano. La víspera del atentado mortal contra esos cuatro vacunadores, el Ministerio de Sanidad anunció que comenzarían las conversaciones con los líderes religiosos para tratar de atraerlos para la causa de la salud, para lograr vacunar a esos casi 300.000 niños sin inmunizar, según explicó un responsable ministerial: "Se está esbozando un programa integral para involucrar a los religiosos notables de las zonas rurales de forma que puedan hacer frente al rechazo", anunció.

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