Jerez.- Verónica Patricia Chávez Nava ha ejercido por más de 25 años como enfermera, lo que la ha convertido en un ser querido por los pacientes, médicos y sus compañeros de trabajo, dado el amor que tiene a su vocación.
Su trayectoria comenzó en 1985, lo que le ha permitido conocer varios hospitales y clínicas, públicas y privadas y en el Hospital General, donde labora desde hace 25 años.
Aunque sus deseos eran cursar la carrera de Medicina fue gracias a una amiga cercana que optó por estudiar Enfermería y hoy reconoce que es una decisión de la cual no se arrepiente pues dijo, es lo mejor que le ha pasado.
"Es una bendición ser enfermera porque hago lo que me gusta y además me pagan por ello", afirmó sin titubear al hablar de su trabajo que, además, todos los días le deja enseñanzas de vida por cada uno de sus pacientes.
Aunque ha podido colaborar en las distintas áreas de la medicina su principal pasión es el área quirúrgica, geriatría y recién nacidos.
En su historia hay un sinnúmero de experiencias que le han dejado gratos recuerdos, pero de las cosas que, asegura, nunca podrá olvidar, es la confianza de muchos padres de niños prematuros pues al cabo de su recuperación le han pedido que sea la madrina de sus hijos, lo cual acepta con agrado para seguir en contacto con ellos.
Otro de los episodios que más han marcado su vida es que cuando recién empezaba a trabajar en el hospital llegó al área de urgencias un niño de 11 años por una explosión de cohete en su pie y el especialista que le atendió solicitó sangre de emergencia.
Como en aquél tiempo la transfusión era más rápida y de donador a paciente directamente, "sin dudarlo me ofrecí a donarla, aunque luego me llamaron la atención por hacerlo durante horario de servicio pues perdí el conocimiento por un momento".
"Eso me dejó mucha satisfacción y aquél niño es una persona que todavía me frecuenta aunque radica en Estados Unidos; ahora él forma parte de mi vida y yo de la de él", recordó sonriente.
Verónica Chávez reconoció que en los últimos años han mejorado sus condiciones laborales y el reconocimiento a su trabajo, porque al inicio los salarios no eran tan alentadores el amor por su profesión era lo que la mantenía en servicio pues afirmó que para ella "el sueldo era algo secundario".
"Llevo 25 años y todavía no estoy cansada de mi trabajo, por eso seguiré mientras tenga vida", concluyó.
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