Argentina tiene un sistema de salud profundamente complejo.
Atraviesa una crisis económica que impacta de lleno en todos los niveles: falta de insumos, carencia de materiales para estudios y escasez de elementos ortopédicos incluso en cirugías, tanto en el sector público, como en las prepagas y obras sociales.
Pero lo más valioso de este sistema no son sus estructuras: es su gente.
Médicos y médicas, enfermeros y enfermeras, residentes, técnicos y técnicas, investigadores e investigadoras.
Es el talento humano el que, cada día, sostiene con esfuerzo un derecho esencial: el acceso a la salud.
Por eso, el colectivo de enfermería carga con un dolor profundo, ante la falta de humanidad de muchos gobernantes, parlamentarios, sindicalistas y gremialistas, que no impulsan políticas sustentables de empleo digno y transparente.
Muchas veces, nuestra labor y experiencia son reducidas a una discusión mezquina entre "beca", "empleo informal" o "trabajo inestable".
No se trata de romantizar la precarización.
Se trata de entender que formar enfermeras y enfermeros no es un gasto: es una inversión.
Una inversión estratégica que define el presente y el futuro de las políticas socio-sanitarias y del bienestar de toda la población.
Lic. Sandro Ortega
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