Periodista: Licenciado Ortega, ¿cómo describiría la situación actual de la enfermería en la Argentina?
Sandro Ortega: La enfermería constituye la columna vertebral del sistema de salud. Sin embargo, el sector atraviesa una de las crisis más profundas de su historia. El déficit de personal, sumado a las tensiones sociales, políticas, culturales, económicas y laborales, genera un profundo malestar entre los profesionales, lo que repercute directamente en una mayor morbilidad y mortalidad de los ciudadanos.
Periodista: ¿Cuáles son los factores más preocupantes dentro de esa crisis?
Sandro Ortega: Son varios. Primero, el desconocimiento por parte de las autoridades sobre la magnitud y trascendencia social del deterioro de la enfermería argentina. Luego, la violencia en los lugares de trabajo, la insatisfacción laboral y la intención constante de abandonar la profesión. Hoy, más de 20.000 enfermeros en Argentina dejaron la actividad para dedicarse a otra profesión.
A eso se suma la falta de reconocimiento social, la sobrecarga de trabajo, la ausencia de una adecuada categorización en los salarios y la precariedad laboral institucionalizada, con bajos sueldos y falta de estabilidad contractual.
Periodista: ¿Qué datos reflejan la magnitud del problema?
Sandro Ortega: Según el Registro Federal de Profesionales de la Salud (REFEPS) del Ministerio de Salud de la Nación, en 2019 Argentina contaba con 234.527 trabajadores y trabajadoras de enfermería, lo que representa 52,19 por cada 10.000 habitantes considerando los tres niveles de formación.
Si tomamos únicamente a enfermeras/os y licenciadas/os, la tasa desciende a 35,57 por cada 10.000 habitantes. En comparación, el número de médicas/os registrados era de 182.189, es decir, 40,5 cada 10.000 habitantes.
Estos datos muestran una realidad desigual y una profesión que, a pesar de su volumen, sigue siendo invisibilizada en términos de jerarquía, formación y reconocimiento.
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