27 dic 2009

Argentina: Opinión, Por Jose Carlos Escudero.-

JOSE CARLOS ESCUDERO* / SALUD

La gripe A y el retorno de viejos males

http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0430/articulo.php?art=19059&ed=0430

Por Jose Carlos Escudero


 
Cuadro critico. El Gobierno respondió ante la gripe A, pero descuidó áreas más comprometidas.
  
Edición Impresa  Domingo 27 de Diciembre de 2009 Año V Nº 0430 Buenos Aires, Argentina
 El mundo de la salud también se ha globalizado. Algunos de los acontecimientos significativos para la salud argentina que sucedieron en el año 2009 se han originado fuera de nuestras fronteras. Los mencionaremos primero, con un breve comentario sobre algunas de sus consecuencias en Argentina.

1 La gran crisis económica mundial, la peor en 80 años.

Se originó en Estados Unidos, una enorme burbuja financiera desregulada que estalló y que dejó (está dejando) innumerables secuelas, entre ellas en la salud, en ese país que ya antes de la crisis tenía el sistema de salud más caro, ineficiente y corrupto del planeta y que aquella agravó significativamente, y en el resto del mundo: aumento de la pobreza, de la desnutrición, del desempleo. Este último genera enfermedades físicas y además daños en la salud mental: miedo, incertidumbre, desvalorización personal. Los argentinos conocemos bien esto, sucedió en nuestro país después del estallido de nuestra propia burbuja neoliberal en 2001. El sufrimiento humano por la actual crisis mundial sigue aumentando en casi todos los países. En Argentina estamos hasta cierto punto zafando de esto: por ejemplo nuestro desempleo aumentó el 10%, mientras que el de Estados Unidos y España se duplicó.

2 Alarma global por la pandemia de gripe porcina.

Un gran susto epidemiológico con poco fundamento: la pandemia (epidemia de alcance planetario) de gripe porcina. Haciendo cuentas, esta nueva gripe mata menos que la convencional, pero alrededor de ella se hizo una gran alharaca mediática, de la que se aprovecharon fabricantes privados de medicamentos y de vacunas. En nuestro país, aparecieron aparentemente de la nada mil millones de pesos que aparentemente no existían, y que el Gobierno usó para comprar (y luego regalar a la población) medicamentos antivirales. Hubiera dado más prioridad a gastar este dinero aumentando la oferta estatal gratuita de salud para todas las enfermedades, combatiendo la pobreza que mata tanta gente, o intentando estimular la fabricación pública de medicamentos y vacunas contra la gripe.
Acontecimientos en la salud argentina durante 2009: en general son “crónicos”, permanentes, no se limitan a un año calendario, ocurren todos los años y no se modifican, desde hace muchos años.

3 La salud y la prevención, fuera de la agenda de acción de los gobiernos.

El poco entusiasmo del Estado (nacional y provincial) en cuidar la salud colectiva de la población. En otras áreas el Estado nacional ha sido activo, no en salud. Es irónico que una significativa (y costosa, casi el 1% del Producto Bruto Interno) medida de justicia social que mejorará nuestra salud infantil, preescolar y escolar es la Asignación Universal por hijo, que no se originó ni se administra en el Ministerio de Salud nacional.

4 La muerte evitable de miles de niños y de sus madres.

Nuestra vergonzosamente alta mortalidad infantil y materna: tenemos el doble de la mortalidad infantil de Cuba o de Chile, cinco veces más mortalidad materna que en los países más adelantados. Esto ocurre todos los años, ante el silencio de los medios (excepto para escandalizarse con algún caso aislado) y de nuestra clase política.

5 Falta de control e ineficiencia del Estado en su rol de policía.

Un Estado que no controla o controla poco áreas de alto gasto sanitario y de mucha corrupción o ineficiencia: la industria farmacéutica, las prepagas, las obras sociales.

6 La reaparición de las llamadas enfermedades de la pobreza.

La epidemia de dengue, la endemia de Chagas. La primera, inflada mediáticamente, a expensas de problemas de salud mucho peores, como lo es la segunda. Ambas son indicadores de descuido preventivo, de daño ecológico, de la pobreza de quienes conviven con la basura o viven en casa inhabitables y son más vulnerables.

7 La falta de políticas de comunicación serias a favor de la prevención.

La casi inexistencia de medios de comunicación que hagan educación sanitaria en serio, que no se dediquen a hacer terrorismo epidemiológico para vender mercancías o servicios comerciales, que en su mayoría son inútiles y a veces son activamente perjudiciales para la salud. Esto se nota especialmente en la televisión.

8 El abandono de planes públicos para producir medicamentos.

Una medida en salud que no se profundizó: el estímulo a la fabricación pública de medicamentos. Un tercio del gasto total en salud se destina a medicamentos, suma altísima y alto porcentaje que se observa en muy pocos países. Si algo de este dinero se destinara a la salud que realmente sirve, nuestra lamentable epidemiología mejoraría. El Estado debe no solamente regular severamente un mercado que se guía por la búsqueda de beneficio sino que debe hacer algo adicional: estimular (con una inversión que puede ser pequeña) a que diferentes organismos de la sociedad –universidades, provincias, las Fuerzas Armadas, municipios, hospitales– fabriquen medicamentos, cuya calidad promedio es superior a la de los que ofrece la industria farmacéutica, y que resultan mas económicos. La industria teme esto, porque aparecen “precios testigos” de su hiperbeneficio. Algunos pocos síntomas, durante 2008, de que nuestro Estado haría esto se desvanecieron durante 2009.

9 El hospital público sin fondos, que no aguanta ni la cotidianidad.

Ciertas medidas de salud tomadas en 2009, de tipo institucional (políticas de vacunación más extendidas, más educación sanitaria en caso de epidemias, creación de nuevos institutos, estímulo a la fabricación de nuevas vacunas, el aumento del número y de los salarios de los investigadores en áreas de la salud….) son en sí dignas de aplauso, o por lo menos no generadoras de críticas, por son fundamentalmente irrelevantes ante el “núcleo duro” de la mala salud de Argentina en 2009, que se puede leer en las frías cifras demográficas. En primer lugar, los miles de niños muertos en 2009 que podrían estar con vida si se hubieran tomado ciertas medidas elementales que son bien conocidas, son económicas, y son “mano de obra intensivas”, con lo cual dan empleo a muchos trabajadores: las que provienen de la atención primaria de salud, la oferta universal de agua potable domiciliaria, la buena nutrición. En segundo lugar, las cuatro quintas partes de nuestras muertes maternas son evitables. Para casi erradicar este horror es fundamental despenalizar el aborto, ofreciéndolo gratuitamente. El aborto es un trauma severo, ojalá que no existiera. Existiendo, que por lo menos las mujeres, casi todas pobres (la clase media para arriba compra un aborto seguro en el mercado), que mueren por esto, vivan. En tercer lugar, cerrando una lista que es más extensa, la escasa oferta de salud gratuita hace que nuestro sistema de salud pública esté colapsado; no sólo no aguanta nuevas epidemias, ni siquiera aguanta la cotidianidad. Las cifras de esto son las altas mortalidades por cualquier causa, la alta prevalencia de enfermedades que no deberían existir o deberían existir mucho menos. El Estado distraído debe responsabilizarse de esto y de financiar adecuadamente una salud de fácil acceso y desmercantilizada. En este sentido, 2009 fue otro año perdido.

*Médico sanitarista y sociólogo.
 

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