25 abr 2010

Argentina.-

Familiares y víctimas de la ESMA relatan torturas y piden Justicia

"Esperemos que este juicio llegue a la verdad y tal vez dé algunas respuestas a nuestras preguntas", afirmó la enfermera jubilada Gabrielle Domon, de 63 años, hermana de la monja Alice Domon, en el proceso contra Alfredo Astíz, Jorge "Tigre" Acosta y otros 16 represores argentinos por crímenes de lesa humanidad cometidos en la ESMA, el mayor centro de detención del último Gobierno de facto (1976-1983).

Alice Domon, su compatriota Leonie Duquet y Azucena Villaflor, fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, fueron secuestradas en diciembre de 1977 en Buenos Aires.
Días después, el régimen militar acusó a las religiosas de terrorismo y subversión.
Los restos de Duquet y Villaflor aparecieron en una fosa común en 2005, pero nunca se llegaron a recuperar los de Domon.
Hoy, su hermana rechazó que Alice fuera terrorista y reveló fragmentos de la correspondencia que mantuvo con ella para demostrar su inocencia.
"Cada vez más siento la situación de las familias destruidas por la represión, la angustia de las mamás que buscan a sus hijos, el calvario de los detenidos, sin contar las torturas que vive tanta gente en las prisiones y otras partes", le escribió Alice, quien no mencionó que hubiera recibido amenazas aunque sí muchas personas de su entorno.
Domon relató que su familia supo de su desaparición a través de la prensa y que "jamás" tuvo respuesta oficial del Gobierno argentino sobre el paradero de Alice y Duquet.
Gabrielle, que vio a su hermana por última vez en 1975, no supo hasta años después de su paso por la ESMA a través de declaraciones de testigos, aunque recordó que su padre se movilizó a todos los niveles y llegó a escribir al Papa y a los presidentes de Francia y Argentina.
"Para mí es muy importante que se haga justicia", afirmó Gabrielle a los medios frente a los tribunales de Buenos Aires tras su declaración.
Después de Domon declaró la argentina Amalia María Larralde, una enfermera detenida en agosto de 1978 y conducida al centro clandestino que funcionó en el Casino de Oficiales de la antigua Escuela de Mecánica de la Armada, convertida ahora en un "Espacio para la Memoria y para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos".
Larralde recordó que fue torturada con descargas eléctricas, obligada a realizar trabajos forzosos y que ayudó en varios partos en el centro de detención.
Sus testimonios fueron los primeros de los más de doscientos que se esperan en esta megacausa por los crímenes de la ESMA, donde, según organismos de derechos humanos, fueron torturadas unas 5.000 personas.



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