6 jun 2010

Batas blancas sin fronteras


http://www.cope.es/sociedad/05-06-10--batas-blancas-fronteras-176302-1

Con una población que aumenta –aunque no en todas partes– y envejece, el mundo ve crecer sus necesidades sanitarias en medio de un déficit casi general de profesionales para satisfacerlas. Es un problema tanto de los países en desarrollo como de los desarrollados, pero en los primeros se agrava por la emigración de médicos y enfermeras a los segundos. La OMS acaba de aprobar un acuerdo para afrontar el problema.


En su última la asamblea (17-21 de mayo), la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha adoptado un código de buenas prácticas para la contratación internacional de personal sanitario, que venía debatiendo desde hace años. El código pretende aliviar la fuga de cerebros, pero sin perjudicar las aspiraciones de los profesionales sanitarios de los países en desarrollo a disfrutar de las oportunidades de formación o de mejores condiciones de trabajo que les ofrecen los países desarrollados. Los acuerdos de colaboración, por ejemplo, pueden abrir vías para la migración de personal a los países ricos, a cambio de que estos ayuden a reforzar la capacidad de formar médicos y enfermeras en los países de origen.

Migraciones en aumento
Son elocuentes los datos reunidos por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), al que pertenecen los países desarrollados (PD), o sea los principales destinos de la migración sanitaria. Según el Panorama de la salud 2009, la proporción de médicos en activo procedentes del extranjero ha subido en casi toda la OCDE: se multiplicó casi por dos en Suiza y se triplicó en Irlanda, los dos casos del extremo superior. Pero la tasa es muy variable: desde el mínimo de Francia, 3,1% , al máximo de Irlanda, 33,6% . A poca distancia, en segundo y tercer lugares, están Nueva Zelanda y Gran Bretaña. Pasan del 20% Estados Unidos, Australia y Suiza.

En general, los profesionales sanitarios no constituyen un caso aparte en el fenómeno migratorio. Los porcentajes de extranjeros en este sector son similares a los que se registran entre otros titulados universitarios. Solo son claramente superiores en Gran Bretaña y Nueva Zelanda, consecuencia de políticas muy activas de contratación en el exterior para suplir la falta de personal.

También España registra un rápido aumento de médicos extranjeros. Hacen falta: sin los candidatos de fuera, no se podría cubrir la oferta de plazas para médicos internos residentes (MIR). Este año se presentaron 6.420 españoles para 6.941 puestos. Los extranjeros, 4.836, latinoamericanos en su gran mayoría, son el 44% de los candidatos y el 34% de los que obtuvieron plaza. Cinco años antes, fueron solo el 12% de los nuevos MIR.

Grandes importadores y exportadores


Los orígenes de los inmigrantes son muy diversos. Importa, sobre todo, clasificarlos entre los Estados miembros de la OCDE y los otros. Los primeros corresponden a un mercado laboral común de los PD; los segundos revelan un éxodo de cerebros.

En movimientos dentro de la OCDE, destaca Nueva Zelanda, con un 31,7% de médicos extranjeros, de los que casi el 60% proceden de otros países miembros. El mismo origen tienen el 42% de los emigrados a Canadá, que son en total el 17,9% de los médicos.

Ahora bien, los países con más médicos extranjeros en términos absolutos, y a la vez con tasas bastante elevadas, atraen sobre todo inmigrantes de fuera de la OCDE. Estados Unidos es el destino número uno para el resto del mundo, pero en primer lugar para los de países en desarrollo (PED), pues de ellos proceden el 72% de los médicos extranjeros que ejercen allí. Gran Bretaña, segundo receptor de médicos, supera por poco a Estados Unidos: el 73% de los profesionales extranjeros se formaron fuera de la OCDE.

En los dos países, la mayor parte de los médicos extranjeros provienen de la India: el 30% en Gran Bretaña, el 19% en Estados Unidos. Los siguientes orígenes no coinciden. En Estados Unidos son las naciones del Caribe (11% ), Filipinas y Canadá (8% cada uno), México (5% ). En Gran Bretaña son Sudáfrica (9% ), Pakistán (8% ), Irlanda (6% ).

Si Estados Unidos es el mayor imán, la India no tiene rival como fuente de médicos para el exterior. China queda muy lejos de ella.

Déficit en los países ricos

Este trasvase indica un gran número de vacantes en los PD, incluido Estados Unidos. El mes pasado, poco después de que el Congreso aprobara la reforma sanitaria impulsada por el presidente Obama, un informe de la Association of American Medical Colleges advertía que la ampliación de la cobertura exigirá más médicos. Al paso actual de incorporaciones a la profesión, y con las muchas jubilaciones previstas en los próximos años, calculaba que el déficit puede llegar a 150.000 en 2025.

La especialidad más demandada, añade el informe, será la medicina de familia, a la que la reforma concede un papel más relevante al asignarle la misión de coordinar la atención de cada paciente. Y el caso es que desde 2002 ha bajado más del 25% el número de graduados que escogen la atención primaria.

En España, el Ministerio de Sanidad calculó una escasez semejante en el informe Oferta y necesidades de médicos especialistas, 2008-2025, publicado el año pasado. El déficit en 2025 podría ser de 25.000, mayor que el estimado por la AAMC para Estados Unidos en relación a los habitantes. También en España faltan principalmente médicos de familia, y también la especialidad no atrae a suficientes licenciados, pues no se cubren todas las plazas de internos residentes que se ofrecen.

Se buscan enfermeras

Las necesidades se repiten en enfermería. Estados Unidos, que tiene 10,6 enfermeras por mil habitantes, más que la media de la OCDE (9,6), necesitaría incorporar un millón hasta 2020, pero las promociones que están saliendo de las escuelas (unas 65.000 según el dato más reciente) no bastarían para lograrlo.

España registra un modesto 7,5 por mil. No se debe a una fuga de cerebros, pese a que España es un importante origen de enfermeras migrantes (no de médicos, en cambio): se estiman en más de 10.000 las que trabajan fuera, principalmente en Gran Bretaña y Portugal. Pero también llegan del extranjero, sobre todo de Argentina, Venezuela, Colombia, Rumanía. Y estas, el 5% de las activas en España, son cerca de 12.000, de modo que más o menos compensan el éxodo.

En migraciones de enfermeras, el receptor número uno es, como cabe suponer, Estados Unidos, con cien mil procedentes del extranjero. Pero, a diferencia de lo que ocurre con los médicos, en términos relativos este país no figura entre los primeros puestos. Con un 3,5% de enfermeras del exterior, Estados Unidos queda lejos de Irlanda (47,1% ), Nueva Zelanda (22,11% ), Australia (16,4% ), Gran Bretaña (8% ).

Los que se marchan
Los déficits de los PD son abundancia en comparación con los de los PED. Un informe del Banco Mundial publicado en marzo pasado describe la situación en los países anglófonos del Caribe. Casi tres de cada cuatro profesionales formados en ellos se marchan a Estados Unidos, Gran Bretaña o Canadá. En casa quedan unos 7.800 para 6 millones de habitantes, o sea un octavo de la media de la OCDE, y 3.300 puestos sin cubrir, el 30% . En 2025 habrá un déficit de unos 10.000.

Lo peor está en África subsahariana, donde faltan un millón de profesionales sanitarios. La región pierde uno de cada cuatro médicos y una de cada veinte enfermeras que forma. En el extranjero están casi el 30% de los médicos de Ghana y el 34% de las enfermeras de Zimbabue. Para retener a sus enfermeras, Malaui les da un incentivo económico.

Por qué emigran

Aunque esto parece el caso de Robin Hood al revés, el desequilibrio no consiste simplemente en que los ricos “roban” a los pobres personal sanitario. La desigualdad es ante todo de facilidades para formarse, salario, régimen laboral y posibilidades de promoción.

La OCDE concluye que la fuga de cerebros no es la principal causa de escasez de personal sanitario en los PED, aunque en casos como los citados arriba contribuye notablemente a agravarla. La prueba es que el déficit de profesionales en esos países es muy superior al número de emigrados.

La primera causa es la insuficiente capacidad de formar personal. La segunda es el bajo nivel de retribución y la pobreza de medios en los sistemas sanitarios, factores que hacen menos atractiva la profesión y más tentadora la salida al extranjero.

Los países desarrollados que necesitan más profesionales no tienen el segundo problema, pero sí el primero. Por eso, aunque el nuevo código propuesto por la OMS contribuya a una migración más equilibrada, lo más importante es aumentar la formación de profesionales. Y esta es una necesidad tanto de los países pobres como de los ricos.

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