3 oct 2010

San Luis Potosí, México.-

Pachita, de 82 años, y su pasión por ser enfermera
http://www.oem.com.mx/elsoldesanluis/notas/n1803784.htm

¿Enojona yo?, eso no es cierto. Foto: El Sol de San Luis.
58 años en el Hospital Central
Felipe Cárdenas Quibrera
Amor al prójimo, dedicación, excelencia y l deseo de ayudar, son los motores que han movido a Francisca Gallegos Govea, enfermera de profesión y por vocación. Ya suman 58 años de destacada labor en el Hospital Central "Doctor Ignacio Morones Prieto".

Es la querida y respetada Pachita, como le dicen cariñosamente, quien recibió un merecido reconocimiento por su incansable labor en emotivo evento que encabezó el doctor Octavio Alfredo Castillero González, director del nosocomio.

Desde el 5 de febrero de 1952, de manera ininterrumpida Pachita ha prestado sus servicios como enfermera en el Hospital Central, su segunda casa.

"Por desgaste me pusieron dos prótesis en las rodillas, pero ni eso me impide seguir cumpliendo con mi labor, porque lo más importante es llevar a cabo lo que más me gusta en la vida, ayudar al enfermo", nos dice con una voz dulce y amable que, sin embargo, no la hace perder su carácter firme. "Dicen que soy muy enojona, pero no, lo que pasa es que me gusta que las cosas se hagan bien, me gusta la perfección y la excelencia", manifiesta la carismática y popular enfermera que vio la luz de este mundo el 3 de marzo de 1928.

"En un hospital hay momentos de alegría, de coraje y de tensión, hay que darlo todo, hacer el mejor esfuerzo".

Durante 14 años Pachita se desempeñó en el pabellón de los pacientes con tuberculosis, "y aquí estoy, nunca me contagié, siempre he tratado con amor a las personas que me toca ayudar".

--¿Pues a qué santo se encomendó?, se le pregunta.

--"Dios me cuidó y me sigue cuidando", responde con gran claridad de ideas. En el hospital también hay momentos de tristeza, cuando se hace todo lo posible para salvar un paciente grave, y llega uno a cargar un sentimiento de coraje por no poder salvarlo, pero lo importante es hacer lo posible por salvarlo, es la mayor satisfacción que tengo, ver a los pacientes recuperados".

"La profesión de enfermería no es solamente una forma de vida, es una razón de ser, es la satisfacción de dar, es la oportunidad de compartir momentos trascendentales de la vida del ser humano; la gratitud de una persona es la mejor recompensa a nuestras acciones".

Pero la labor social y humana de Pachita no sólo ha sido en el entorno del Hospital Central, también ayuda a familias de escasos recursos de las comunidades rurales de la capital. Les lleva ropa y les proporciona medicamentos.

"Ser enfermera es un regalo que Dios me dio; ser enfermera es una palabra hermosa, con un gran significado para todas aquellas personas que ejercemos con amor esta noble labor. Ser enfermera no es nada más ponerse el uniforme, es sentirlo, y no precisamente en el cuerpo, sino en el alma, en el ser".

"Ser enfermera es querer, es compartir, es comprender, es tener una palabra de aliento, es dar una caricia reconfortante, es mirar con ternura".

El doctor Octavio Alfredo Castillero González, director del Hospital Central, señaló que para la entrega, la dedicación, el sacrificio, la vocación y el humanismo cotidiano hay una sola palabra: enfermera. "Es de justicia reconocer la trayectoria de Pachita, porque ningún hospital puede funcionar sin el apoyo de la enfermería, así se tengan los mejores médicos del mundo y la más avanzada tecnología; en el corazón de todos los programas de salud está la incansable labor de quienes diariamente brindan atención y aliento a los pacientes.

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