4 dic 2010

La violencia contra las enfermeras

 http://www.elheraldo.hn/Ediciones/2010/12/03/Opinion/La-violencia-contra-las-enfermeras
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) concluyó en 1998 que la violencia en el trabajo es un problema mundial que atraviesa las fronteras, contextos laborales y grupos profesionales. Como riesgo ocupacional se manifiesta o se percibe de diversas maneras: el maltrato verbal con intimidación y daños psicológicos; el asalto con abuso, llegando a la agresión física, y el acoso sexual.
La violencia como pandemia abunda especialmente contra los grupos vulnerables como los trabajadores del sector salud en el ambiente de hospital. Este es un grupo expuesto a muchos riesgos laborales (físicos, biológicos, químicos, mecánicos, ergonómicos) y peligros para la salud y la seguridad en el trabajo. Se trata de los médicos y nosotras las enfermeras que en un 99% somos mujeres y el grupo laboral mayoritario en los hospitales. Nuestra labor está muy ligada a la vida, la muerte, el dolor y el sufrimiento.
El Instituto Nacional para la Seguridad y Salud Ocupacional de Estados Unidos (NIOSH, por sus siglas en inglés) uno de los integrantes de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), define la violencia en el lugar de trabajo como actos violentos que incluyen las agresiones físicas y las amenazas de agresión, dirigidos a las personas que trabajan o están de turno. Los estudios indican que la violencia a menudo sucede durante las horas de mucha actividad e interacción con los pacientes, como en las horas de comer, de visita y transferencia de pacientes.
Las agresiones pueden ocurrir al diferirse el servicio porque el problema de salud puede ser atendido a otro nivel, limitarse o cambiarse los hábitos alimentarios por indicación médica, prohibirse el consumo de bebidas alcohólicas o drogas, no permitirse la salida del paciente de las unidades de hospitalización por seguridad del mismo, la espera prolongada para recibir una atención y que no cumpla con sus expectativas, al solicitar que se respeten las normas y reglamentos del hospital.
La agresión física y verbal hacia las enfermeras es realizada casi exclusivamente por los pacientes; sin embargo, hay casos de maltrato o violencia por familiares de los pacientes, así como extraños, personas que no tienen ningún motivo legítimo para entrar en contacto con el personal de enfermería.
Las enfermeras y los enfermeros tenemos más probabilidades de sufrir agresiones en el medio laboral que los guardias de prisiones o los policías. Somos los trabajadores de cuidados de salud que estamos más expuestas, considerando que el sexo femenino en la profesión de la enfermería es el más vulnerable.
El Consejo Internacional de Enfermeras (CIE) destaca que las enfermeras sufren por la tolerancia social a la violencia. Muchas veces el sistema jurídico ha denegado compensación a enfermeras víctimas sobre la base de que "practicar la enfermería es aceptar el riesgo de violencia personal".
Muchas de nosotras consideramos que somos objetos legítimos de violencia y que esta es parte del trabajo. Esta situación o percepción facilita la violencia y su tolerancia social. Esto ya no debe continuar porque disminuye la calidad de vida, baja moral en el trabajo, enfermedades, incapacidades médicas, ausentismo y otros que tienen impacto en los servicios de salud.
Las enfermeras hondureñas tampoco desconocemos las quejas de los usuarios que reportan en algunas ocasiones sufrir maltrato de parte del equipo de salud. ¿Será esto una respuesta al círculo de violencia laboral en que estamos inmersas? Nada justifica la violencia hacia las enfermeras que brindan cuidados para restaurar la salud al prójimo y tampoco hacia un ser humano que busca ayuda para resolver su problema de salud.
Con esta reflexión pretendo sensibilizar a los usuarios de nuestros servicios y a las compañeras enfermeras para que juntos busquemos los senderos de la armonía y el respeto hacia todos y todas.
También debemos buscar mecanismos, junto a nuestras autoridades, para que este problema disminuya como riesgo psicosocial en el trabajo de enfermería. Unidos lo podemos lograr y así poseer ambientes de trabajo hospitalario saludables que reflejen calidad en los cuidados brindados al paciente.

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