Julio César Huerta, ATS, recibió la insignia de oro del Colegio de Enfermeros
   
 Homenajeado. César Huerta fue homenajeado por el Colegio de Enfermeros. :: FÉLIX MORQUECHO 
   
 
 
Homenajeado. César Huerta fue homenajeado por el Colegio de Enfermeros. :: FÉLIX MORQUECHO
«No habrá profesión con mayor trato humano que la que tiene el practicante»
 A lo largo de más de 40 años de trabajo miles de eibarreses y elgetarras pasaron por su consulta  
Toda la ciudadanía de Eibar y Elgeta ha pasado alguna vez de su vida por su manos. Siempre se ha caracterizado por ser el practicante, siempre atento, a prestar su experiencia en las curas o resolver cualquier tipo de emergencia sanitaria. Ayer le llegó un reconocimiento, con motivo de la celebración de San Juan de Dios, patrón de la Enfermería. El Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa (COEGI) le impuso la insignia de oro al ATS eibarrés, Julio César Huerta, de 69 años, en reconocimiento a los 50 años que ha permanecido vinculado a esta entidad. Jubilado, desde hace 4 años y con más de 40 años de actividad profesional, todavía muchos pacientes le echan mucho de menos en el Ambulatorio e incluso preguntan a los médicos, actualmente, si le pueden curar. Nacido en Trubia (Asturias), vino muy joven a Elgeta, y después a Eibar, en donde han pasado, por su consulta, miles de eibarreses al haber prestado sus servicios, además de en la red pública, a las empresas más importantes de la ciudad por que su actividad comporta mucha responsabilidad de coordinación y supervisión de un trabajo técnico y especializado de atención, compromiso y mucha profesionalidad. César, como todo el mundo le conoce, de espíritu afable, se ha sabido granjear la admiración de todos los eibarreses. Una insignia es poco para lo mucho que ha trabajado por los demás.
 -Le han reconocido en el Colegio de Enfermería, pero también ha sido el ATS más joven de España.  
 -Sí, así ha sido. Los estudios de ATS los llevé a cabo en  Zaragoza. Allí accedías a la facultad y seguidamente estabas realizando  prácticas, desde el primer momento. Con 19 años estaba trabajando. Me  dijeron que era el más joven en su día. 
  -El trato humano es muy importante en esta profesión  
 -El médico receta unas medicinas o hace unas curas y no  le vuelve a ver en tiempo a su paciente. El practicante, efectivamente,  lleva a cabo una labor más humana y cercana a la persona que va a  atender, incluso durante muchos días. Se va a casas, caseríos, vienen a  tu consulta. Se produce un continuo flujo de personas. Hay que tener en  cuenta que he llegado a trabajar 30 años en el Ambulatorio de Eibar.  También he contado con una consulta privada. 
  -¿Cuáles han sido los momentos más tristes de su profesión?  
 -Los más tristes, sin duda, cuando se muere un niño. Eso  es lo peor, sin duda. No se murieron muchos conmigo. Cuando está un niño  muy grave te produce mucha impotencia el no poder hacer nada. Tratas de  sacarle de la enfermedad y ves que cuando no recupera el mundo se te  cae encima. Esto es lo más triste. Hay uno, en concreto, que al morir me  dejó marcado para toda la vida. Ahora sigo recordando las  circunstancias. 
  -¿Y los momentos más felices?  
 -Pues, tengo un excelente recuerdo de la época en la que  hacíamos partos. Muchos caseríos carecían de pistas de acceso. Costaba  mucho llegar y tenías que pasar una hora andando hasta llegar. Y,  después tenías que permanecer, toda la noche, a la espera, delante del  fuego, para que llegara el niño. Como eran partos a la brava pasabas  mucho tiempo con la familia de la futura madre. Alguna vez me ha venido  alguno que atendí, cuando nació, y me ha dicho que contigo nací. Son  gente que tiene 45 a 47 años. Esto produce una gran alegría. Después de  haber pasado tanto tiempo que se acuerden de ti es muy entrañable. 
  -También le habrán ocurrido muchas anécdotas. ¿No?  
 -Sí, como es una profesión, con un gran trato humano,  para romper el hielo he llegado a cantar con los pacientes, en el  momento que hacerles las curas. Incluso, había una señora a la que le  gustaba mucho cantar. Únicamente sabía una canción: el Arrateko Ama.  Cantábamos juntos, cuando venía a la consulta. Tampoco cantábamos alto,  sino un poco bajo, para que los que estaban a la espera no se alarmaran.  Me ha ocurrido incluso que he salido fuera de Eibar y me han llegado a  invitar en sitios muy alejados porque me habían reconocido de haberles  atendido muchos años atrás. 
  -¿Cómo llegó a Eibar?  
 -Mi primer destino fue Elgeta. Fui practicante titular y  estuve allí 5 años. Después ya empecé a realizar sustituciones y demás.  Poco a poco fui entrando más tarde, en el Ambulatorio de Eibar. 
  -¿Y su acceso a las empresas de Eibar cómo se produjo?  
 -Me especialicé en medicina de empresa. A partir de ahí  accedí a trabajar en una cadena de empresas; entre ellas estaban GAC, El  Casco, Cadenas Iris y Aurrera, con muchos trabajadores. Posteriormente,  en 1966 comencé a trabajar en Alfa, con el doctor Querejeta y con Don  Basilio. Ellos eran mis médicos, en el consultorio que había en Julián  Etxeberria. He seguido trabajando en empresas como Alfa, Cadenas Iris,  El Casco hasta, curiosamente, la jubilación. 
  -¿Los estudios de ATS eran muy nuevos cuando accedió a la facultad?.  
 -Sí, yo pertenecía a la quinta promoción de ATS. Y eran  unos estudios muy difíciles, porque yo no tenía ninguna relación con la  medicina. Desde el primer día de los estudios, en Zaragoza, ya estaba  realizando prácticas. No era como ahora. Entrar en salas de 50 enfermos,  con unas condiciones higiénicas no muy buenas era algo que impactaba  mucho. Los pacientes no se levantaban como ahora. Eran tres años de  estudio. Nos tocaban todas las guardias de fin de semana. Para los que  éramos de fuera y para disfrutar de un mes de vacaciones, nos quedábamos  todos los sábados y domingos trabajando. 
  -¿Cuáles fueron las especialidades médicas que más les gustaron?  
 -Me gustaba el área de psiquiatría, con el doctor Rey  Ardiz. Pasar la consulta con él era excelente. Contaba muchas anécdotas y  sus clases eran muy amenas. Otro doctor muy famoso era Peregrín, con el  que inauguramos una sala médica, muy importante en la época. 
  
 
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