11 jun 2011

Cuando prestar auxilio es un delito

Mónica G. Prieto
Cuando prestar auxilio es un delito

Heridos tras represión en Bahréin.(Foto:teleSUR)
Cuando la doctora bahreiní Farida Dallal reunió valor suficiente para
aparecer en Al Jazeera, lo hizo con un ojo morado y voz temblorosa
pero decidida. "Me pegaron con una manguera, una gran manguera, en los
brazos y las piernas. Me patearon la espalda (…) Nos humillaban
verbalmente con expresiones inapropiadas como 'sucia chií' y 'puta',
nos decían que no valemos nada, que no podemos pensar, que no somos
leales, que no merecemos nuestro uniforme".

El uniforme que los torturadores le decían no merecer es una simple
bata blanca. Farida es una de las muchas profesionales de la Salud
detenida y torturada por la dictadura de Bahréin, que no distingue
entre profesionales a la hora de arrestar e incriminar a su población
por las manifestaciones sociales que llevaron a centenares de miles de
personas a las calles para pedir democracia. Un millar de ellos sigue
en prisión en espera de juicio, como los 47 médicos y enfermeros
-todos ellos chiíes, la mayoría religiosa a la que la dictadura suní
acusa de querer dar un golpe de Estado- que el pasado lunes vivieron
la primera jornada de su proceso tras semanas de detención.

Todos ellos denunciaron haber sido torturados, según relataron sus
familiares, una práctica por otro lado habitual en el reino del
Golfo. A casi ninguno le permitieron ver a sus abogados antes de que
el proceso comenzara. La falta de garantías jurídicas es habitual en
Bahréin, pero el procedimiento contra los médicos ha generado el
ultraje de las ONG internacionales, que ven cómo el reino de Bahréin,
sede de la V Flota norteamericana y con relaciones privilegiadas con
Occidente y sus principales socios regionales, puede imponer una corte
marcial a facultativos que se limitaron a obedecer su juramento
hipocrático.

Los cargos que se les atribuyen van desde "incitación al derrocamiento
del régimen" hasta "posesión ilegal de armas", pasando por la
"ocupación del hospital" o "hacerse con equipos médicos" en referencia
al supuesto robo de reservas de sangre para exagerar ante las cámaras
las heridas de los manifestantes golpeados por las fuerzas de
Seguridad durante el violento desalojo de la Plaza de la Perla. Para
ONG como el Centro Bahreiní para los Derechos Humanos, los
profesionales son juzgados sólo por cumplir con su deber, como explica
John Lubbock, responsable del departamento legal de la organización.
"El régimen tiene miedo de esos trabajadores médicos porque reflejan
la naturaleza no sectaria de las protestas. Su juramento hipocrático
significa que deben tratar pacientes sea cual sea su política o
religión. Son un símbolo de la unidad de la mayoría contra la opresión
del Gobierno y sus compinches, y por ello son peligrosos. Mientras
los Al Khalifa puedan mantener al pueblo dividido seguirán en el
poder, y por ello reaccionan de forma especialmente dura contra
manifestantes que protestan con la consigna no suníes, no chiíes, sólo
bahreiníes".

En la fatídica represión de las primeras protestas, a mediados de
marzo, la información que llegó al exterior provino directamente de
los hospitales: los canales internacionales contactaron con los
médicos, quienes relataron en directo la brutalidad del ataque
mientras atendían a los heridos. No ahorraron epítetos, seguramente
por el shock de tener que atender a centenares de personas al mismo
tiempo, muchas de ellas con impacto de bala disparados por las fuerzas
destinadas a protegerles. No tardarían en pagar el precio de hablar en
una dictadura bussiness friendly con Occidente pero tan despiadada
como cualquier otra: en las siguientes jornadas de represión, los
hospitales fueron rodeados por las fuerzas de Seguridad y, en un
momento dado, ocupados por los militares, que procedieron a detener a
heridos e incluso transformaron zonas de los centros sanitarios en
improvisadas salas de detención. Las ambulancias fueron paralizadas y
sus empleados obligados a permanecer in situ en lugar de acudir a la
zona de la represión donde yacían los heridos. Luego, con la ley
marcial y la ocupación de tropas del Golfo, comenzaron las
desapariciones de doctores, que no sólo afectó a grandes hospitales
como Salmanya, el principal centro médico de Manama. Una enfermera
libano-norteamericana empleada en una clínica de estética bahreiní
contactada por Periodismo Humano admitía que en su centro
"desaparecieron dos doctores. Los dos son chiíes, y nadie ha sabido
nada más de ellos"Una vez que entró en vigor el estado de emergencia
que desactivó las protestas, al menos nueve centros médicos fueron
rastreados por los agentes en busca de médicos sospechosos. Decenas
fueron detenidos el pasado abril, entre ellos el presidente de la
Asociación Médica de Bahréin, Ahmed Jamal, y la presidenta de la
Asociación de Enfermeras, Rula al Safar. Y muchos de ellos denunciaron
torturas en declaraciones a ONG y a medios extranjeros. Siempre de
forma anónima, por miedo a represalias, como este testimonio de un
facultativo obtenido por The Independent. "La verdadera tortura
comenzó cuando me vendaron los ojos. Me obligaron a correr por la sala
de interrogatorios. Corrí y me choqué contra un muro con tal fuerza
que me salió un enorme chichón en la frente. Los interrogadores me
obligaron a poner mis zapatos en mi cabeza. Me dijeron que lo merecía
por ser una 'despreciable chií' que trabaja contra nuestro rey y
nuestro príncipe heredero". "Me quitaron mi bata porque decían que no
la merecía y que había traicionado mi carrera. Me fotografiaron
mientras era forzada a bailar y a cantar una canción con la letra
todos queremos al príncipe Khalifa bin Salman. Me pegaron tanto que me
hicieron gritar de dolor, y entonces me gritaron no queremos oirte,
gritas como una puta. ¿Crees que estás en el dormitorio con tu marido?
¿Le echas de menos?"

En otras declaraciones obtenidas por el rotativo británico, la hija de
uno de los doctores detenidos aseguraban que "han sido obligados a
confesar que sólo dieron tratamiento a los chiíes y no a los suníes,
que robaron sangre del hospital para echársela por encima a los
manifestantes y que animaron a otros a protestar contra el régimen".
Es una denuncia común, que se repitió en la primera jornada del juicio
celebrada el lunes ante un tribunal militar. "Hemos sido torturados
para firmar declaraciones que contienen acusaciones falsas", dijeron a
sus familiares, según las ONG locales pendientes del proceso. "Te
advierto de que debes decir lo que nosotros queramos por las buenas o
te golpearemos como a un burro hasta que lo digas", fue la frase que
le dedicó un interrogador a una enfermera.

Para John Lubbock, la principal razón que explica la detención de
médicos y enfermeros es que son los más valiosos "testigos de los
crímenes perpetrados contra los manifestantes. Han visto a los muertos
y heridos, tienen experiencia y conocimientos para divulgar lo que han
visto, y si una delegación internacional de DDHH llega a Bahréin,
querrá hablar con los doctores. Si el régimen logra silenciarlos, o
los desacredita mediante juicios espectáculo, no habrá más testigos".

Asociaciones como Médicos por los Derechos Humanos, Amnistía
Internacional o Human Rights Watch han denunciado estas detenciones
como una violación inexcusable de la legalidad internacional. "El
asalto contra trabajadores de la Salud y sus pacientes constituye una
extrema violación del principio de la neutralidad médica y supone una
grave brecha en las leyes internacionales", decía la primera
organización en un duro informe contra las autoridades bahreiníes. Por
su parte, Amnistía ha recogido testimonios entre los familiares de los
detenidos según los cuales "los oficiales del Departamento de
Investigaciones Criminales de Bahréin obligan a los arrestados a
permanecer de pie por largos periodos, les prohíben dormir, les
golpean con mangueras y varas de maderas con clavos y les obligan a
firmar declaraciones mientras permanecen con los ojos vendados". Para
Joe Stork, responsable regional de Human Rights Watch, no hay duda de
que la campaña masiva de médicos y enfermeras -al menos 150 han sido
suspendidos de sus funciones y sometidos a investigación- son
"objetivos de la venganza" del régimen.

Una de las consecuencias de la suspensión o detención de los más
prestigiosos doctores y enfermeros bahreiníes es que los heridos -la
represión sigue su curso, especialmente ahora que el estado de
emergencia ha sido levantado resucitando así las manifestaciones- ya
no se atreven a acudir a los hospitales. "Incluso aquellos que han
sido disparados y tienen balas en su cuerpo temen ser arrestados en
los hospitales y torturados", denuncia Nabil Rajaab, responsable del
Centro Bahreiní para los Derechos Humanos.

En el caso de los 47 doctores y enfermeros sometidos a una corte
marcial, su juicio se retomará el próximo 13 de junio. Sus abogados
estiman que pueden ser condenados a entre 10 y 20 años de prisión,
pero temen que todo dependa del éxito del diálogo nacional que
pretende lanzar el régimen de Hamad bin Issa al Khalifa el próximo
julio. Si la oposición se apresta a hacer concesiones, los
facultativos podrían tener suerte; si no lo hace, su futuro es mucho
más impredecible. Una situación intolerable para siete organizaciones
médicas internacionales que han remitido una carta al rey Khalifa
exigiendo la liberación de los detenidos y el respeto por el sector
sanitario. "No podemos permanecer en silencio", ha afirmado Stephen
Soldz, presidente de Psicólogos por la Responsabilidad Social. No
piensan lo mismo instituciones internacionales como la Federación
Internacional de Automovilismo, que decidió reprogramar el Gran Premio
de Bahréin el próximo 30 de octubre tras recibir un informe sobre la
"calma" de la que disfruta Bahréin: sólo las objeciones de 11 de los
12 equipos participantes han logrado que Bernie Ecclestone cambie de
opinión. Para la FIA, las torturas de Bahréin son peccata minuta. Y no
son los únicos en pensarlo.

Fuente: http://periodismohumano.com/en-conflicto/cuando-prestar-auxilio-es-un-delito.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Enfermeria Presente en la Marcha Federal Universitaria

El colectivo de enfermería no debe estar ajeno a la marcha federal universitaria, muchos de nosotros somos primera generación de universitar...