En nombre de todas las enfermeras y enfermeros de esta comunidad y de este país,

Cartas al director

Carta a Paulino Rivero

En nombre de todas las enfermeras y enfermeros de esta comunidad y de este país, me dirijo a usted para agradecerle todo lo que está haciendo por nosotros y por la sanidad pública. Entre usted y todos los políticos se quieren cargar la sanidad, que, junto con la educación, son los derechos fundamentales de las personas.

¿Somos funcionarios? Para mí un funcionario es una persona que está al servicio de la sociedad, que trabaja por y para las personas de una sociedad; por ejemplo, funcionarios serían ustedes y todos los que trabajan para ustedes y con ustedes. Los enfermeros, así como los médicos, auxiliares y demás personal sanitario, somos profesionales que hemos estudiado una carrera profesional y hemos dedicado nuestro trabajo y nuestra vida para promover la salud de las personas y tratar de curarlas y mejorar su calidad de vida cuando están enfermas.

Ojalá usted y los suyos no estén nunca enfermos y precisen de la sanidad pública (no la necesitarán, seguro, porque con sus sueldos bien se pueden permitir la privada), porque de lo contrario verían que la atención no puede ser todo lo óptima que debería ser, con menos personal y menos recursos cada vez. Es una lástima todo lo que están haciendo con la sanidad, que, hasta ahora, era una de las mejores del mundo y se va a convertir en una de las peores, en la que los ricos podrán pagarse sus médicos y los pobres, cada vez más pobres, se morirán más. ¿Esto es lo que quieren para una sociedad civilizada? ¿Volveremos a los tiempos de la Edad Media?

Gracias también por todas las leyes y decretos que se están sacando de la manga para hacer con nosotros lo que les da la gana, haciéndonos perder todos los derechos que tantos años y sacrificios nos habían costado obtener y, sobre todo, por el poder adquisitivo que estamos perdiendo y que, a este paso, nos convertirá en los pobres de mañana.

Por último, quiero reflejar el malestar propio y general que se está creando y decirle que deberían ser ustedes los que se aprieten el cinturón y renuncien a todos los derechos adquiridos de por vida y por "gracia de Dios", porque lo que están haciendo es demasiado gasto para la sociedad a la que, encima, están fastidiando a más no poder. Nosotros no vamos a levantar al país ni sacarlo de la crisis; nuestra función es promover la salud y el bienestar de la sociedad.

Usted, don Paulino, y todos los políticos autonómicos sobran. Si vamos hacia atrás en todo, podemos prescindir de todos ustedes y volver a tener un único Gobierno central. Con todo el dinero que se ahorraría sacaríamos mucho más que con nuestros recortes, y la sanidad seguiría funcionando como antes, cada vez mejor.

Una "funcionaria" de tantas

¿El camino francés o el argentino?

Se dice que la historia siempre se repite. En estos últimos tiempos, y más en estos días, recuerdo aterrado con suma frecuencia dos escenas argentinas. En una de ellas, un profesor amargamente manifestaba que no podía acudir a su trabajo, pues lo que ganaba en un día no alcanzaba para pagar el transporte que lo llevase a su colegio. En la segunda, una señora mayor desconsoladamente lloraba de rabia e impotencia, ya que los ahorros de toda su vida se habían esfumado en "el corralito".

Por otra parte, y remontándome a finales del siglo XVIII, uno de los detonantes próximos de la Revolución Francesa no fue otro sino que las privilegiadas castas dirigentes de la arruinada Francia no hacían más que subir los impuestos al pueblo llano para ellos conservar sus prebendas y así poder continuar manteniendo una vida de ostentación y derroche continuo.

España, en estos cruciales momentos, gobernada por una privilegiada, ingente, incompetente y despilfarradora casta política que no está dispuesta a renunciar a sus canonjías, sinecuras enchufes, regalías, empleos y ventajas está abocada a tomar uno de los dos caminos: el francés o el argentino. Irremisiblemente, la historia siempre se repite.

Manuel Villena Lázaro