Llegó el 31 de diciembre, fue un año largo, pero se nos pasó rápido; fue terrible, pero aprendimos y nos hicimos fuertes; en diferentes frentes luchando en esta emergencia sanitaria, aunque no nos haya cruzado en el campo de batalla, estuvimos más cerca que nunca.
Tuvimos miedo, angustia, bronca, dolor, incertidumbre, estuvimos perplejos, incrédulos, asustados, enojados, lloramos, aplaudimos, gritamos, nos ayudamos.
Estuvimos y continuamos en la primera línea de combate en una puerta muy delgada entre la vida y la muerte.
Continuamos aprendiendo epidemiología, tecnología, virología, manejamos los anticuerpos, curvas y PCR, también de Meet, Team, Instagram, Live y Zoom.
Somos sobrevivientes las enfermeras y enfermeros de una pandemia que nos estalló en la cara, Es diciembre y tenemos derecho a emocionarnos, a llorar, a abrazarnos en silencio por tantos abrazos que no nos dimos.
A besarnos con el alma, a acariciarnos con las miradas.
Porque ahora sabemos lo que el tiempo vale, lo que significa abrir los ojos cada mañana.
Hemos ganado más que nunca, hemos ganado el valor de la vida.
Este diciembre tenemos que pensar en algo más importante que los turrones y los arbolitos.
Corramos a decirle el amor que sentimos a los que queremos, salgamos a perdonar a los que nos hirieron y pidamos perdón a los que herimos.
Miremos alrededor para ayudar a los que se quedaron en el camino,
El nuevo mundo nos necesita UNIDOS PARA AMAR LA VIDA MÁS QUE NUNCA
Recuerda no importa donde se encuentre trabajado y en turno este, las enfermeras y enfermeros somos una familia fuerte y unida.
31 de diciembre de 2022. Lic. Sandro Ortega
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