La reciente aprobación en Dinamarca de una ley que eleva la edad jubilatoria a 70 años para el año 2040 reavivó el debate en Europa sobre la sostenibilidad de los sistemas previsionales. Este debate también ha llegado a la Argentina, donde el deterioro presupuestario del sistema jubilatorio es una preocupación creciente, y donde la enfermería tiene mucho que decir.
El presidente Javier Milei se comprometió ante el FMI a presentar una propuesta de reforma previsional antes de diciembre de 2026, como parte del acuerdo que le permitió acceder a financiamiento por USD 20.000 millones. En este contexto, es urgente comenzar a discutir qué modelo de retiro necesitamos como sociedad, y especialmente como colectivo de enfermeras y enfermeros.
Argentina enfrenta un escenario demográfico complejo: una expectativa de vida de 77,5 años y una tasa de natalidad de apenas 1,4 hijos por mujer, cuando se necesitan al menos 2,1 para sostener el recambio generacional en un sistema de reparto. Las personas mayores de 65 años ya representan el 12,4% de la población, cuando en 1991 apenas alcanzaban el 2%. El país envejece aceleradamente.
En este marco, surgen propuestas de planes de ahorro compartido, donde empresas y trabajadores destinen parte de sus ingresos a un fondo previsional propio. Aunque puede ser una alternativa, no se puede ignorar la especificidad de ciertos sectores laborales.
¿Puede una enfermera o un enfermero seguir trabajando a los 67 o 70 años en un área crítica de un hospital? ¿Estaremos en condiciones físicas y mentales de continuar en turnos rotativos, con guardias de 12 horas o más, y con niveles de estrés tan elevados? ¿Seremos simultáneamente pacientes y trabajadores?
Es imprescindible que la enfermería comience a trabajar con seriedad en una propuesta previsional propia, que quede plasmada en una Ley del Ejercicio Profesional de la Enfermería. Esta normativa debe establecer de manera universal en todo el territorio nacional:
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Una edad jubilatoria diferenciada y acorde a las condiciones reales del trabajo enfermero.
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Un mínimo de años de aportes necesarios, reconociendo la carga física y emocional del rol.
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Condiciones de acceso a jubilaciones anticipadas o regímenes especiales.
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Un marco de protección integral para la vejez del personal de enfermería.
No se trata solo de pensar el retiro, sino de dignificar toda la trayectoria profesional. Si no levantamos la voz desde ahora, corremos el riesgo de que las decisiones se tomen sin considerar las particularidades de nuestra tarea.
La enfermería no es solo una profesión: es una vocación que requiere compromiso, cuerpo y salud. Y por eso merece un régimen previsional justo, humano y sostenible.
Lic. Sandro Ortega
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