Quiero expresar mi más hondo agradecimiento por la invitación a integrar el jurado del Premio Virginia Henderson.
Aceptar este llamado es honrar una llama que no se apaga:
esa luz que guarda la memoria del cuidado,
que abraza silenciosamente cada gesto humano
y que nos recuerda que la enfermería es un puente entre el dolor y la esperanza.
Ser parte de este jurado es ofrecer mi voz a un legado que nos trasciende,
es caminar junto a quienes creen que la compasión transforma,
y que el servicio, cuando nace del alma, se convierte en destino.
Que este espíritu nos siga uniendo
para elevar, visibilizar y fortalecer la misión sagrada de cuidar.
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