En el día de la Enfermera|o
Quiero dedicar este escrito y saludar en su día a un compañero enfermero.
A Fabián Almada. Muchas personas han pasado por los pasillos y salas del hospital Dr. Posadas, tantos y tantas enfermeras y enfermeros con quien compartí horas de labor durante muchos años.
Lo conocí siendo yo enfermera de cirugía y Fabián daba sus primeros pasos en la enfermería.
Lo recuerdo llegar por las tardes con un cuaderno y una lapicera, era el paso obligado antes de ir a terminar su escuela secundaria del turno noche del Colegio Industrial. Con Olga Gómez, enfermera por ese entonces de guardia le guardábamos comida para que se alimentara porque trabajaba en el turno de 00:00 a 06:00.
Porque quiero destacar y rendir elogio a este enfermero, porque fui testigo de su sacrificio, su tesón y el amor que lo habitó siempre por esta profesión poco reconocida, más ingrata y una de las más dignas muestras del amor al prójimo.
Así fue creciendo, estudió y tuvo siempre el privilegio bien ganado de estar cerca de profesionales de la medicina que lo fueron guiando y hoy, Fabián, me atrevo a decir que es el enfermero por excelencia.
Muchos pensarán al leer esta nota que hablo desde el cariño, algo hay de eso pero también quiero decir cuanto admiré y admiro a este enfermero que cuando llegó, yo fui su maestra, pero con el correr del tiempo pasé a ser su discípula.
Su aplomo y seguridad nos contenía en horas arduas cuando, el accidente o la urgencia nos llamaban, éramos un equipo organizado donde Fabián, colaborador y dispuesto, nos ayudaba sin decir si era su sala, su tiempo, un verdadero enfermero despojado de toda soberbia. Por eso mi respeto. Se ganó todo a pulmón y a puro esfuerzo y hoy esta compañera que ya no pertenece a las filas de los activos te saluda, te recuerda y agradece aquellos días compartidos y tan añorados.
En Fabián saludo, también, a todos los enfermeros y enfermeras en su día.
Marta B. Macchi
A Fabián Almada. Muchas personas han pasado por los pasillos y salas del hospital Dr. Posadas, tantos y tantas enfermeras y enfermeros con quien compartí horas de labor durante muchos años.
Lo conocí siendo yo enfermera de cirugía y Fabián daba sus primeros pasos en la enfermería.
Lo recuerdo llegar por las tardes con un cuaderno y una lapicera, era el paso obligado antes de ir a terminar su escuela secundaria del turno noche del Colegio Industrial. Con Olga Gómez, enfermera por ese entonces de guardia le guardábamos comida para que se alimentara porque trabajaba en el turno de 00:00 a 06:00.
Porque quiero destacar y rendir elogio a este enfermero, porque fui testigo de su sacrificio, su tesón y el amor que lo habitó siempre por esta profesión poco reconocida, más ingrata y una de las más dignas muestras del amor al prójimo.
Así fue creciendo, estudió y tuvo siempre el privilegio bien ganado de estar cerca de profesionales de la medicina que lo fueron guiando y hoy, Fabián, me atrevo a decir que es el enfermero por excelencia.
Muchos pensarán al leer esta nota que hablo desde el cariño, algo hay de eso pero también quiero decir cuanto admiré y admiro a este enfermero que cuando llegó, yo fui su maestra, pero con el correr del tiempo pasé a ser su discípula.
Su aplomo y seguridad nos contenía en horas arduas cuando, el accidente o la urgencia nos llamaban, éramos un equipo organizado donde Fabián, colaborador y dispuesto, nos ayudaba sin decir si era su sala, su tiempo, un verdadero enfermero despojado de toda soberbia. Por eso mi respeto. Se ganó todo a pulmón y a puro esfuerzo y hoy esta compañera que ya no pertenece a las filas de los activos te saluda, te recuerda y agradece aquellos días compartidos y tan añorados.
En Fabián saludo, también, a todos los enfermeros y enfermeras en su día.
Marta B. Macchi
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