El colectivo de enfermería debe tomar plena conciencia de lo que está ocurriendo con las enfermeras y los enfermeros de nuestro país. Es momento de exigir a los parlamentarios la actualización de la Ley de Ejercicio Profesional N.º 24.004, incorporando la reglamentación de los artículos pendientes y estableciendo la jornada laboral de 35 horas semanales para áreas abiertas y 30 horas para áreas cerradas.
Esto no se trata de un privilegio, sino de una cuestión de justicia socio-laboral. Numerosos estudios nacionales e internacionales evidencian que la falta de profesionales de enfermería incrementa la carga asistencial y, como consecuencia, deteriora la calidad de los cuidados brindados a las personas.
En cuanto a la salud mental, casi 9 de cada 10 enfermeras y enfermeros (88,3%) reconocen que la sobrecarga laboral afecta psicológicamente su bienestar. A esto se suman múltiples riesgos laborales presentes en el ejercicio cotidiano, tanto en hospitales como en clínicas y otros entornos de atención médica, donde el personal de enfermería tiene hasta tres veces más probabilidades de sufrir lesiones en comparación con otros trabajadores.
Cada año, alrededor del 10% del personal de enfermería se infecta con enfermedades infecciosas, mientras que el 62% sufre dolor de espalda, el 51% dolor de cuello y el 44% dolor de hombros, como resultado directo de su labor.
Principales riesgos laborales del sector:
Lesiones musculoesqueléticas: el movimiento repetitivo de pacientes y equipos médicos provoca lesiones en músculos y articulaciones.
Exposición a enfermedades infecciosas: el contacto con fluidos corporales incrementa el riesgo de contraer hepatitis, VIH u otras infecciones.
Riesgos químicos: la exposición continua a productos peligrosos, como gases anestésicos y agentes de limpieza, compromete la salud del personal.
Por todo ello, debemos alzar la voz y visibilizar los riesgos laborales que enfrentamos a diario. Es fundamental promover Políticas de Empleo Saludable y Sustentable, orientadas a desarrollar programas preventivos que minimicen estos riesgos y garanticen condiciones laborales dignas.
Solo así podremos proteger nuestra salud y seguridad, mientras seguimos brindando una atención de alta calidad a la población.
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