A menos de 16 horas de finalizar este 2020, y en el marco de la Organización Mundial de la Salud (OMS) al designar 2020 como Año Internacional de la Enfermera, era elevar el perfil de la profesión, romper algunos mitos y estereotipos y aumentar la inversión y el reconocimiento del trabajo que realizan las enfermeras y los enfermeros, nuestros gobernantes muy alejados de esos conceptos.
El Año de la Enfermera pasó a un segundo plano, pero quizás la pandemia ha demostrado con más fuerza el valor de la enfermería tanto para los gobiernos como para la población. 2020 ha mostrado la íntima relación entre la salud de una nación y su economía, pero también ha enseñado de manera cruda el valor, el cuidado, el liderazgo y la complejidad de la enfermería.
Las enfermeras, los enfermeros han actuado de manera brillante, han hecho todo lo que se les pidió y más, y su reputación y perfil ante el público se ha mejorado, las instituciones de salud deben entender que es imposible que un enfermero que hoy está en trauma y mañana en cardiología pueda prestar el mismo tipo de atención que quien ejerce su labor asistencial siempre en el mismo servicio y ahí el mayor perjudicado es el paciente y el propio sistema.
Ahora es el momento de que los políticos actúen de manera tan brillante por las enfermeras y los enfermeros, como profesionales de enfermería lo hicieron por la sociedad.
31 de diciembre 2020, Lic. Sandro Ortega
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